Sr. Director:


Ante todo quisiera felicitarles por su magnífico trabajo y desearles una brillante trayectoria.

 

Por otro lado, he tenido la oportunidad de observar cómo, desde que se anunció el compromiso del Príncipe Felipe, su periódico ha mantenido una línea desmesuradamente crítica con dicha pareja (y por ende con los Reyes). La crítica a una Institución del Estado siempre resulta conveniente mientras sea razonada, razonable y constructiva, pero, en este caso, sus críticas superan con mucho tales adjetivos.

 

Este malestar suyo con el futuro matrimonio (o con la Monarquía, o con una de las partes contratantes del futuro matrimonio) parece entroncarse con una ola antisistema que venimos viviendo desde hace un par de años. Así, cualquier manifestación reivindicando los motivos más variados no es auténticamente progresista, sino que va acompañada de unas cuantas banderas republicanas ¿Recordarán las personas que las enarbolan lo que fue y en lo que desembocó la República? También los partidos nacionalistas (excepto CiU) e IU han rechazado su invitación a la boda, por motivos tan peregrinos como que el Príncipe lucirá un traje militar (sic). Lo cierto es que la Monarquía es una de las muchas representaciones de la unidad de España, no hay que mirar más allá.

 

El día 14 de mayo leí en su periódico sus críticas a los gastos que la boda va a suponer (¿acaso otra forma de Jefatura de Estado no supondría también un desembolso? Además, la Jefatura de Estado en otros países de similar riqueza resulta mucho más onerosa), unido ello a, en su opinión, unos beneficios más que dudosos.

 

Se han celebrado en España en estos años bastantes conferencias y reuniones internacionales, que también han supuesto un desembolso importante (Conferencia de Paz de Oriente Medio, Presidencia de la UE, etc.) y cuyos beneficios para los españoles sí que resultan dudosos. Pero, en este caso, se trata de la boda del que será futuro Rey de España y, por tanto, Jefe del Estado. Y ello, sí nos afecta.

 

No me considero un monárquico irredento, pero, tras la experiencia de nuestras dos Repúblicas, ya no me cabe duda alguna de que la Monarquía Parlamentaria es el mejor sistema político para España.

 

Por ello, frente al actual auge antisistema (marea roja lo llama el señor De la Cierva), ¿no podría usted arrimar un poquito el hombro? Más de una vez en la Historia (especialmente de España) las críticas descarnadas hacia personas o Instituciones (por otra parte siempre cuestionables) desemboca en su caída, y esa caída tuvo resultados muy tristes para los españoles (tenemos el ejemplo de la CEDA y Azaña).

 

Por eso, le pedo perspectiva. Es usted quien lleva las riendas de un medio de opinión pública (usted crea opinión) y quien, por tanto, puede colaborar (o no), aunque sea en pequeño grado, en el derrumbe de la Monarquía a largo plazo. ¿Qué vendría después? A la Historia me remito. Espero que no tenga usted que decir dentro de unos lustros: "No es esto, no es esto".

 

Alejandro Fernández

 

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