Ya lo dijo Pilar Miró cuando en su etapa de directora de radio y televisión la acusaban de incumplir un pacto entre caballeros: Yo no soy un caballero. Ahora el Partido Popular acusa al Gobierno socialista de incumplir el pacto entre caballeros según el cual es el Gobierno quien nombra al gobernador del Banco de España y deja al primer partido de la oposición el nombramiento del subgobernador. Es el llamado consenso sobre bancos centrales que es moda en todo occidente. Por ejemplo, ni el todopoderoso presidente de los Estados Unidos se atrevería a nombrar a un máximo responsable de la Reserva Federal que no fuera admitido de buen grado tanto por republicanos como por demócratas.

Hasta ahí el PP tiene razón, pero si arañamos un poquito más descubriremos que hay mucha exageración interesada y mucho mohín versallesco en toda esta historia. En primer lugar, la Reserva Federal se ocupa de la política monetaria; así, resulta lógico que se evite al Gobierno la tentación de influir sobre la Reserva Federal para que le dé a la máquina de hacer billetes en el caso de que un asomo de depresión económica le esté quitando votos a ese Gobierno.

Ahora bien, resulta que el Banco de España ya no tiene ninguna potestad en política monetaria y la cantidad de dinero en circulación en toda Eurolandia se regula desde Frankfurt. La facultad que le queda al Banco de España y al resto de bancos centrales de la Eurozona es la política supervisora, delicioso eufemismo que quiere decir inspección bancaria pura y dura. En plata, PSOE y PP no quieren controlar el Banco de España para lograr un armonioso consenso en política monetaria sino para proteger a banqueros amigos y zurrar a banqueros enemigos, ejemplo : El actual presidente del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), Francisco González, tiembla pensando en el 7 de julio próximo, cuando pierda el apoyo de su amigo Jaime Caruana. ¿O es que hemos olvidado cómo Caruana se alineó con su amigo FG frente al ataque de Sacyr Vallehermoso? Todos los movimientos corporativos actuales de FG están pensados para blindarse ante un ataque hostil. Ahora sabe que no dispondrá de la ayuda del supervisor.

Y sobre inspección bancaria no hace falta ningún consenso sino calidad inspectora, por ejemplo, a nadie se le ocurre que las dos principales fuerzas políticas tengan que pactar el nombre del director general de la Agencia Tributaria o el máximo responsable de la Fiscalía para Asuntos Económicos. Los nombra el Gobierno y en paz.

Pero no es sólo eso. Por discutir, también podríamos poner en solfa la necesidad de consenso en política monetaria. Es lo que hace John K. Galbraith el famoso economista recientemente fallecido, al que le importa poco la mística de los Bancos Centrales. En su última obra publicada en castellano La economía del fraude inocente, Galbraith echa por tierra el gran mito de la política monetaria, y especialmente, la quimera de que se puede hacer crecer la economía con una política monetaria expansiva de tipos bajos: El problema es que todo este proceso tan verosímil y agradable sólo existe en el mundo de las creencias económicas y no en la vida real. Estas creencias se sostienen en una teoría aparentemente convincente, pero no en los hechos ni en la experiencia práctica. Un hecho es, por ejemplo, que las empresas piden préstamos cuando pueden ganar dinero y no porque los tipos de interés sean más bajos.

A continuación Galbraith hace un repaso de la historia de la Reserva Federal durante el siglo XX y XXI para concluir que la influencia real de sus decisiones sobre la economía norteamericana fue simplemente nula. La política fiscal, la política presupuestaria y la política laboral mejor, de rentas- sí pueden cambiar la economía real de un país; la monetaria no cambia nada aunque, eso sí, tiende a favorecer a los grandes bancos y a los mercados financieros, según se encuentren en exceso o en déficit de liquidez.

Por tanto, la lucha por influir en los nombramientos de gobernador y subgobernador del Banco de España se hace por motivos espurios: favorecer un sistema bancario afín a los intereses del Gobierno de turno. Todo lo demás es un engañabobos para los poco informados.

Eulogio López