Sr. Director:

Con frecuencia comparto en un 100% los juicios de Eulogio López, que me parecen acertadísimos. En el caso del artículo que hoy voy a comentar (No queda tiempo) , estoy plenamente de acuerdo en el fondo, pero discrepo en un punto que podría llamar de estrategia...

Si no fuera porque peligra la salvación de las almas de esos niños que a los 12-13 años se declaran indiferentes respecto a la religión, hasta diría que es mejor que no la conozcan, antes de que la conozcan mal. Porque siempre es más fácil construir sobre una tábula rasa en la que nadie ha impreso un solo carácter, que hacerlo sobre un cerebro lavado y atormentado por mil rumores falsos o por tendenciosidades a la orden del día.

Por lo menos queda una esperanza. Si los niños del mañana no tienen la más pálida idea de lo que es el cristianismo, entonces quizá los misioneros nigerianos, filipinos, nepalíes o ecuatorianos, se encuentren con mentes abiertas a la verdad, desintoxicadas de los prejuicios y tabúes anticatólicos que hoy no pocos padecen.

Eso claro, si se logra evitar que los programas de educación sexual al uso, les impongan un preservativo cerebral cada vez que salen de sus clases de sexualidad o cada vez que entran a su clase de religión... No vaya a ser que se contaminen sus jóvenes cabecitas, con fundamentalistas estereotipos sexo-específicos...

Álvaro Fernández

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