Bienvenido sea el alto fuego en el Líbano y ojalá sea el preludio de la paz definitiva, por la sencilla razón de que la paz siempre es lo primero y así evitaríamos más muertes sean inocentes o culpables.

Ahora bien no es la mejor paz posible.  Internet, el mejor termómetro de la opinión pública del siglo XXI, revela que el sistema mediático ha convencido a muchos de que esta guerra la ha comenzado Israel y que los románticos guerrilleros de Hezbolá le han parado los pies al pérfido ejército sionista. En definitiva, la opinión pública islámica puede perderle el respeto a un ejército que ha sido la vanguardia de la libertad occidental frente a la tiranía islámica. He recibido durante este mes decenas de correos a los que sólo cabe aplicar un adjetivo : nazis.

Verbigracia, todo el mundo sabe que Hezbolá posee modernísimas armas de gran potencia porque Siria se las suministra. Pero Siria no es lo importante, porque Damasco es una tiranía radical laica mientas Hezbolá nos remite el fundamentalismo iraní, hoy más salvaje que nunca.  Dicho de otra forma: toda vez que a los ojos del mundo y de muchos judíos la guerra del Líbano ha acabado en tablas, y con los norteamericanos enredados en el avispero iraquí, ¿piensa occidente que tiene fuerza moral para exigir a los hebreos que, una vez más, detengan al verdadero enemigo de la libertad, que no es otro que el proyecto nuclear de los ayatolás iraníes? Y la prueba del nueve es el optimismo que reina en todo el Islam en general y muy particular en Irán, de que vuelve el tiempo de la Guerra Santa, de que la decadencia de occidente es irreversible y de que la victoria del Islam ahora si está al alcance de la mano. Un dato : el  mismo domingo 13 el Gobierno de Teherán ya adelantaba -la postura oficial no está obligado hasta plantearla hasta el próximo día 22- que le importa un comino lo que diga Occidente y que continuará con su programa nuclear.

No sólo eso. El resultado de la guerra del Líbano ha hecho que el fundamentalismo islámico se crezca en todo el mundo. Lo más vergonzoso que ha ocurrido en Europa en los últimos tiempos ha sido que las asociaciones islámicas del Reino Unido le exijan a Tony Blair que cambie su política respecto al fundamentalismo musulmán dos días después de que británicos mahometanos proyectaran la probablemente mayor matanza terrorista de toda la historia. Es el chantaje en estado puro : retira tus tropas de Irak y cambia de política porque de otro modo crecerá el terror, esto es, asesinaremos a más inocentes.

No nos engañemos. Con el alto al fuego de Naciones Unidas, los musulmanes están eufóricos. Es más propaganda que realidad pero el caso es que por vez primera desde la constitución del estado de Israel los musulmanes están convencidos y adoctrinados en- de que no han perdido la guerra contra el estado hebreo. Y es la primera vez que sienten tal cosa. Por tanto, su plan de hegemonía mundial está más vivo que nunca. Ahora están convencidos de que, tanto el terrorismo urbano de Nueva York, Madrid o Londres, como el terrorismo rural-guerrillero de Hezbolá funciona.

Y cuidado porque con el Islam no es posible pactar. Su propio credo imposibilita cualquier acuerdo. El Corán no contempla el perdón divino, por lo que la divergencia no es otra cosa que herejía y el acuerdo una metáfora de la traición. El creyente que llame padre a Alá no hace otra cosa que blasfemar; no existe, por tanto, la misericordia. Y, como conclusión lógica, la apostasía se castiga con la muerte. Pero occidente se sigue engañando a sí mismo por la razón de siempre: el miedo. Los que no se llaman a engaño con los musulmanes son los judíos por eso era tan importante su victoria.

¡Ah! Irán es la clave de esta nueva era de guerra santa y agresión islámica. Ahora bien, aún más fundamentalista que el régimen de Teherán es el de Riad. Si se produce el vuelco o se dan las apariencias que lo hagan más probable que posible Arabia Saudí, el gran amigo de Occidente por razones crematísticas, se unirá a los sueños de su conciudadano Ben Laden, hoy perseguido por quienes mandan en su país de origen.

Eulogio López