Para evitar los matrimonios de conveniencia, se ponen trabas que añaden más problemas a los auténticos

 

Los consulados españoles ponen trabas, algo extraño en una época de convivencia pluricultural.

Casarse con la persona a la que se ama es uno de los mayores anhelos para muchas personas. Si en ocasiones la crisis puede frenar el hecho de que una pareja se case y luego pueda ir a vivir junta, porque no tienen dinero para poder adquirir ni siquiera un piso, cuando los problemas son de papeles, es mucho más dolorosa la situación.

Eso es lo que sucede en muchos casos a parejas que se han conocido a distancia. Lo más frecuente es que las parejas se conozcan de sus círculos íntimos o de la misma ciudad. Pero la cada día mayor presencia en las vida del fenómeno Internet, o simplemente la mayor posibilidad de viajar permite que muchas parejas estén formadas por personas de diferentes nacionalidades. Y ahí se produce el problema.

Cada día escuchamos los casos de matrimonios de conveniencia que son simplemente una tapadera para que una de las dos personas obtenga la nacionalidad del otro. Y hay que luchar contra ello, pero hay que hacerlo bien.

Lo que no se puede hacer es medir a todo el mundo con el mismo rasero. En los consulados españoles a veces las parejas tienen muchos problemas para lograr el permiso para poderse casar con la otra persona. Como en la película de Gerard Depardieu, Matrimonio de conveniencia, se ven sometidos a una serie de preguntas para comprobar si son realmente pareja y coinciden sus conocimientos. ¿Pero es eso una prueba irrefutable del amor y de los sentimientos que ellos tienen? Parece ser que sí y que de eso dependa que una pareja pueda contraer matrimonio dependiendo de si conoce el color preferido de su pareja, la marca de su crema hidratante o sus gustos culinarios.

Andrés Velázquez

andres@hispanidad.com