Chris es un joven alemán que viaja por África buscándose la vida, pero su estancia en el continente negro se trunca cuando tiene una trifulca con la policía tras un hurto perpetrado en un mercado. Sin documentación, y como único recurso para volver a Europa, Chris se introduce como polizonte en un mercante. Nada más emprender el viaje será descubierto por uno de los marineros y obligado a pagar el pasaje trabajando como ayudante del cocinero. Chris, un joven muy curioso, pronto advertirá  que en el barco flota una atmósfera irrespirable provocada por un misterio que nadie parece querer aclararle

 

Los relatos de aventuras y suspense, que tienen como escenario un barco, han dado lugar a películas magistrales  como Misterio en el barco perdido (Michael Anderson, 1959), desgraciadamente Cargo nunca ocupará un papel destacado en la historia del cine.

 

Un guión desacertado donde quedan algunos flecos sueltos (¿por qué todos los desaparecidos dejan una bota?) y sobran situaciones morbosas y absurdas, unido a  actuaciones sobreactuadas (Peter Mullan y Gary Lewis se comportan como  dos macarras), no acaban de cuajar un proyecto que, a priori, parecía interesante tanto por la autoría del film como por su contenido. Así, tras la cámara encontramos al respetado documentalista Clive Gordon y tras el guión a Paul Laverty, un  habitual colaborador del director  Ken Loach. La responsabilidad de éste último en la historia supone que, aunque sea lejanamente, se pueda reflexionar  sobre las precarias condiciones de los viajes en los que se embarcan los inmigrantes subsaharianos para llegar a las costas europeas.

 

Para: Los que les gusten los thrillers, y no sean muy exigentes.