Todo empezó con la llegada a La Caixa del nuevo director general, Juan María Nin. La primera línea de directivos históricos de la entidad catalana quedó un tanto relegada y, además, Nin se trajo del Sabadell a Juan Antonio Alcaraz, hombre ajeno al espíritu Caixa, que se encargó de las inversiones más arriesgadas. De esta forma, relegó al histórico Marcelino Armenter, consejero de Abertis en beneficio de Alcaraz. Por ejemplo, fue éste último quien decidió convertir a La Caixa en prestamista de Marsans, operación de la que han tenido tiempo de arrepentirse.
Pero hay un segundo hombre con el que Nin no se entendía: Francisco Reynés. El entonces consejero director general de Criteria, sustituido por el banquero de inversión Gonzalo Gortázar, por entusiasta del compro-vendo, forzó a Fainé a buscar acomodo a Reynés, al que siempre ha valorado mucho en Abertis.
Y ahí empezó el lío, porque Alemany tenía la idea de convertir en consejero delegado a José Martínez Vila, hoy responsable de Negocios y operaciones.
Alemany siempre ha trabajado codo con codo con Fainé y siempre le ha sido fiel, ahora bien, aquí se resiste. Por el momento, Alemany aúna los cargos de presidente y consejero delegado. Reynés ocupa el cargo de consejero-director general Corporativo, un Ceo sin cargo de Ceo, si ustedes me entienden porque yo no voy a intentarlo.
Eso sí, la opción de Reynés llegaría si Artur Mas gana las elecciones catalanas de ¿noviembre? y accede a la Generalitat. Mas considera que Alemany, presidente del Círculo de Economía, sería el hombre adecuado para llevar la Consellería de Economía. Según Alemany no se lo plantea. Y es lógico: no puede planteárselo porque todavía no se sabe quién ganará las elecciones.
Miriam Prat
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