No nos engañemos. El 10 de marzo de 2004, el Partido Popular ganaba las elecciones. Cuatro días después, las perdió. Hoy, un año después, el PSOE no sólo ganaría las elecciones de nuevo, sino que las ganaría, eso dicen las encuestas, por mayor diferencia aún.

En este panorama idílico para el PSOE es difícil hacer un balance sincero de la gestión de Zapatero, porque tanto el Gobierno como el pueblo ocultan su vergonzosa falta de coraje. Nada une más que la connivencia, y lo cierto es que Zapatero, que supura por la herida de la cobardía, puede acusar de infames a quienes le recuerdan esa cobardía, pero los insultos difícilmente pueden borrar los hechos.

Lo he repetido ya demasiadas veces, pero lo que caracteriza al Gobierno Zapatero y al pueblo español es el Síndrome de Estocolmo : el Islam nos tiene secuestrados: Zapatero responde con una alianza de civilizaciones, es decir, alabando al secuestrador. Un país acobardado por el 11-M aplaude su resolución y brama contra aquel español, contra aquel aliado natural, que se opone a ser islamizado, comenzando, ¡oh sublime paradoja!, por las feministas, que, como se sabe, se encuentran muy a gusto con el Islam.

El mayor problema de España es el desprecio por la vida. Este país se ha convertido en la meca mundial de aborto y en el campeón mundial de lo mortecino y la ausencia de vitalidad. Pues bien, el Gobierno alienta (como lo alentó el PP, no nos engañemos) el consumo de la píldora del día después y el matadero de embriones humanos, hasta que la misma noción de vida y el mismísimo concepto de persona resulten una gelatina en la mente de muchos. No sólo eso, Zapatero (y algunos mandamases populares, como el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón) aplaude la nueva aberración, no sólo contra la vida, sino contra la familia y la patria potestad, como es la píldora post-coital, verdadera aberración silenciosa, verdadero disolvente personal (que es lo más importante) y social.

Además de la vida, el otro gran problema de España es el desastre familiar, que va en alza. Pues bien, Zapatero, como todos los cobardes amigo de lo fácil, promulga el matrimonio gay, una forma de terminar con la familia y, por el mismo precio, con la humanidad. Y un país cobarde, que tiene pánico tanto al compromiso que exige la entrega a una mujer (y a un varón) como a los hijos de los que hay que ocuparse, y que exige un nivel de compromiso igual o superior, aplaude con ganas el gesto del talante.

En política exterior, Zapatero ha empleado un año para distanciarse de Estados Unidos y acercarse a Europa. En circunstancias normales, eso hubiera sido lo lógico, pero es que no vivimos circunstancias normales. Vivimos un mundo en el que sólo los norteamericanos están dispuestos a defender a un Occidente asediado, que es tanto como decir a una libertad asediada por Oriente (no sólo por el Islam). Una libertad, además, hija del Cristianismo, que al sacralizar a la persona como hijo de Dios, subordinó todas las organizaciones sociales a la persona (a la persona, no al individuo). Lo digo desde la convicción de que la Guerra de Iraq fue una guerra injusta a la que Aznar no debió sumarse, pero una cosa es esa y otra convertir a España en siervo, que no aliado, de ese gran paquidermo llamado Europa, que no deja de ceder ante la presión liberticida de Oriente (insisto, Oriente no sólo es el Islam, también está lo que está detrás del Islam, China, India, etc, que representan casi un 50% de la humanidad y con perfiles tan dictatoriales o más que el mundo islámico).

Esa servidumbre exterior respecto a París y Berlín, nuestros grandes enemigos históricos, se ha plasmado en una subordinación igualmente preocupante en materia económica.

En un año, hemos dicho, la cobardía de Zapatero le ha llevado a gestionar lo fácil (matrimonio gay, divorcio, Ley contra la violencia de género, que no hará sino aumentar, precisamente, la violencia de género, embriones), al tiempo que aceptaba solícito los parámetros económicos franceses y alemanes, la nueva Unión Europea que surge con la Constitución Giscard y que sacraliza esto : París y Berlín pueden saltarse a la torera las normas, Londres puede despreciarla y los italianos no las han cumplido nunca, pero los 21 países restantes, el primero España, deberá aceptarlas.

La privatización de IZAR es el mejor ejemplo de todo esto. Mientras cedemos la construcción de todas las centrales de ciclo combinado de nuestras eléctricas a la francesa Alstom y a la alemana Siemens, IZAR, experto en turbinas, echa a 4.500 obreros a la calle y militariza la empresa, mientras pide perdón por haber subvencionado a la empresa con 1.200 millones de euros... mientras los franceses empleaban mucho más dinero en salvar a su competidora Alstom y destinaban 9.000 millones de euros en salvar a la telefónica francesa France Telecom... sin que Bruselas se atreviera a abrir la boca.

De la misma forma, los sacrificios de los españoles para equilibrar sus cuentas públicas con bajos sueldos y bajas pensiones se ven compensados por unos alemanes y franceses que simplemente se niegan a cumplir el Plan de Estabilidad y que deciden cambiarlo... porque les viene en gana. Cualquier cosa, menos exigir sacrificios a su población, no vaya a ser que no les voten. Eso sí, a España se le exige cada vez más.

Al final, la economía europea se basará en multinacionales francesas, alemanas y británicas que donosamente otorgarán a países como España unas migajas, en calidad de proveedores. Seremos un país de pymes... con permiso del Eje París-Berlín. A cambio, las multinacionales de esos dos países invadirán España y coparán la mayor cuota de mercado. Mientras, Zapatero el cobarde nos vende europeísmo y facilita la aprobación de un texto nefando como la Constitución Europea, verdadera representación de una Europa miedica y sin vitalidad, sin la menor alegría de vivir.

Como colofón, la España de ZP se ha convertido en el laboratorio experimental del Nuevo Orden Mundial, especialmente en su versión laicista, con el tufillo masónico que emana de las actuales autoridades europeas.

Con el talante por bandera, que no por estrategia (3 millones de firmas sobre la asignatura de Religión, y 400.000 contra el matrimonio gay no han merecido ni una entrevista de ZP con sus promotores), la cobardía de ZP triunfa en un país atemorizado por el 11-M. No nos engañemos, el plan está perfectamente calculado. El PSOE quiere controlar el Gobierno, la economía (sus ataques a las grandes empresas para copar Presidencias con amigos del Régimen resulta sintomático), el mundo del espectáculo (perdón, de la cultura) y el mundo informativo, este último con procedimientos cuasi mafiosos y con el apoyo del gran clan de clanes: el grupo Prisa.  

En un año de Gobierno, puede decirse que las medidas positivas, no facilonas, afrontadas por el Gobierno del PSOE son dos: la subida del Salario Mínimo Interprofesional y la legalización de inmigrantes. En la primera, ya se está dando marcha atrás, y a estas alturas, el mayor engaño del capitalismo moderno, la moderación salarial, ha triunfado entre socialistas y sindicalistas, convencidos estos últimos de que mejorar el nivel de vida de los trabajadores es importante sí, pero que el PSOE se mantenga en el poder lo es mucho más.

Por otra parte, la apertura migratoria no tiene detrás ningún plan de integración, ningún plan para que el inmigrante respete los principios del país que le acoge. La visión socialista es claramente economicista: inmigrante bueno es el que tiene trabajo, inmigrante perverso es el que no aporta dinero a las arcas públicas.

Pero, insisto, han sido las dos únicas medias positivas cuando ya hemos consumido el 25% de la legislatura. Es igual, el Síndrome de Estocolmo se impone: Zapatero es el bueno y, además, sonríe. El malo era Aznar y Bush, arquetipo de todos los malos, el coco de los cuentos infantiles. Hoy mismo, he oído a un articulista hablar de la inquietante sombra de Aznar que tanto atemoriza  a muchos españoles. Para ser un ex sin oficio ni beneficio, cómo les preocupa.

Un año de Presidencia cobarde en un país acobardado: hay Zapatero para rato.

Por lo demás, Zapatero no sólo ha ido a lo fácil: ha ido a por muy pocas cosas, porque, así, entre nosotros, lo que más ha llamado la atención a los funcionarios monclovitas ha sido la pereza de Zapatero y sus chicos. No entran en si lo hacen mejor o peor, con más o menos talante: lo que dicen es que los chicos del PSOE, y su presidente el primero, son más vagos que la chaqueta de un guardia.

Eulogio López