En la tarde del martes 23, de nuevo Grande-Marlaska exhibía su mala crianza: ahora en defensa de la Guardia Civil, a la que ha descabezado con un sectarismo desconocido en el instituto armado y cuando aún recordamos a la viuda de uno de los guardias civiles asesinados en Barbate por los narcos prohibirle que condecorara al cadáver de su esposo. Como se diría tiempo atrás: Marlaska tiene muy poca vergüenza

Pues bien, días atrás, nuestro ministro del Interior, participó en la Cumbre MED5 sobre inmigración, que es de donde se reúnen los titulares de orden público y migraciòn de los sur de Europa quienes, como gallinas mojadas, no saben qué hacer ante la avalancha de pateras que llegan a nuestras costas y que, como no podía ser de otra forma, están disparando la delincuencia en nuestras calles. Lógico: ¿no comprenden que si no integras a los irregulares se dedican a delinquir para sobrevivir? Yo también robaría si no tuviera para comer. Pero Marlaska no les ayuda, ni en su tierra de origen ni en España. Simplemente dice que controlar la migración es xenofobia o relacionarla con la delincuencia creciente es propio de ultra. Y se queda tan ancho.

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Digo que en esa reunión, tan plenipotenciaria como inane, Marlaska aseguró que hay que solucionar los problemas de la inmigración en los países de origen. Pero don Fernando, si por mucho menos de eso, anteayer te llamaba homófobo. Ahora, desbordado por las pateras y con el venenoso Mohamed VI utilizando a los miserables como carne humana contra España, resulta que hay que ayduarles en origen... para que, a cambio, sus autoridades no les permitan salir hacia una ruta donde, por de pronto, pueden hallar la muerte. 

Esos inmigrantes a los que hay que ayudar en origen, son los mismos a los que Marlaska abandona en las calles de Madrid y Barcelona... y que se las apañen como puedan. Ellos y los españoles.

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