Sr. Director:
El programa que el populismo tenía en cartera supone, abiertamente, la salida de España de Europa y del euro -ahora dicen que no-, la nacionalización paulatina de bancos y grandes empresas, el fin de la libertad de expresión, de enseñanza y de conciencia y, en definitiva, la quiebra del Estado una vez que se deje de pagar la deuda contraída en los últimos años y huyan del país todas las inversiones extranjeras.

Es posible que este panorama seduzca a quienes piensan que la clase política actual merece un serio correctivo, a costa del suicidio de nuestro sistema de convivencia. Pero una vez roto ese jarrón de porcelana que es la democracia surgida de la transición, será muy difícil reconstruirlo y de ello debe ser consciente no solo el electorado sino toda la clase política actual, empezando por los principales partidos políticos.

El año que queda para las elecciones legislativas va a ser el último plazo para que el Gobierno y la actual oposición demuestren que no han perdido el sentido común y que son capaces de entenderse en una enérgica regeneración ética de la política que haga frente al desastre anunciado.

Jesús M.