Sr. Director:

El 1 de octubre se cumple el setenta y cinco aniversario de la aprobación del voto femenino por parte de las Cortes de la Segunda República, lo que permitió que en las elecciones de 1933 las mujeres hicieran uso de su derecho por primera vez.

Hoy en día el gobierno de Zapatero recuerda a sus antepasados republicanos; baste referirse a su obsesión anticlerical, su falta de interés por la unidad de España o su fusión con la izquierda más radical, por no citar otros muchos ejemplos.

Al igual que en 1931 la izquierda trata de liderar la bandera de la progresía cuando sigue anclada en el pasado. Hace setenta y cinco años que las izquierdas se mostraron reacias a la aprobación del voto femenino por ser demasiado prematuro por lo que votaron en contra. Si se produjo la definitiva aprobación de este derecho fue gracias a la derecha que, una vez más, consiguió una gran conquista social y política en un momento especialmente difícil para la sociedad española.

Los socialistas, fieles a su sectarismo se oponían a esta conquista social temerosos de que el voto femenino se sesgara hacia la derecha. Hay pruebas documentales como es una entrevista del 4 de septiembre de 1931 a Indalecio Prieto en el diario El Socialista, donde se expresa en este sentido

Pero el desmedido amor de los socialistas al poder llevaba a que incluso una mujer, Victoria Kent, Directora General de Prisiones e integrante del Partido Radical Socialista, fuera capaz de afirmar que era necesario renunciar temporalmente a este derecho en beneficio de la República, ya que la mujer española no estaba preparada. Vamos, algo parecido a las declaraciones de la Directora del Instituto de la mujer cuando frente a la candidatura de Dolores de Cospedal, no se le ocurre otra cosa que afirmar que Castilla la Mancha n o está preparada para que una mujer la gobierne. La historia se repite.

La aprobación del sufragio femenino fue un paso decisivo en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres. A diferencia de la situación actual, se pretendió reconocer un verdadero derecho que por su condición de ser humano a las mujeres les correspondía, muy lejos de las actuales cuotas, que nada tienen que ver con la igualdad y mucho con la demagogia.

María Crespo Garrido

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