- Si de verdad quiere bancos más rentables lo que debe es subir los tipos de interés y dejar de fabricar dinero.
- ¿De verdad se cree Draghi que su política monetaria está ayudando a la recuperación europea?
- Pero lo más grave es que él solito ha creado el problema y ahora no tiene las soluciones.
- Dos fracasos. El estatal: la rescatada -capitalizada- Portugal necesitará… más capital.
- Y tras haber recapitalizado toda la banca europea, ahora Monti dei Paschi de Siena necesitará… más capital.
El presidente del BCE,
Mario Draghi, ha pedido más
fusiones bancarias en Europa porque hay demasiadas entidades y por eso no son rentables. El argumento habrá sonado a coña marinera en las
sucursales, que entienden los efectos del impulso
draghiniano, no ahora sólo -que también-, sino desde hace tiempo.
Esos empleados lo sufren, y los de arriba, sus ejecutivos, lo saben: un banco es rentable por su negocio y ese negocio se ha quedado diezmado por la
política monetaria del Banco Central Europeo.
Lo que no explica Draghi (
en la imagen) es lo que quiere decir con eso: bancos más grandes, muy capitalizados y que hagan lo mismo con la la mitad de plantilla. En otras palabras: que hay que despedir a mucha más gente.
Se lo explicaré en breves trazos. Draghi
insiste en que lo importante es el tamaño, y de eso depende la rentabilidad, pero deja en segundo lugar la gran causa que lo impide: los
tipos de interés en mínimos históricos (en torno al 0%).
Y ya saben el debate que eso provoca en los bancos: o espabilan para
engordar el negocio con
más créditos o no tienen otro camino que simplificar la estructura -un eufemismo de más despidos- para ganar en eficiencia. Si no puedo con lo primero, tendré que recurrir a lo segundo. Y en los dos casos, virando su actividad al negocio más fácil: la
banca en la sombra (fondos de inversión) y la gestión de patrimonios.
Eso es justo lo que está pasando por culpa del
BCE, más preocupado por fabricar dinero, contribuyendo al océano de liquidez no sólo en Europa, sino a escala global. Es la misma política de la
Reserva Federal, el
Banco de Inglaterra o el
Banco de Japón. Dinero y más dinero, cada vez más barato. Como si el dinero fuera un fin en sí mismo, no un medio.
Centro más el problema. ¿Por qué los bancos no dan más créditos? Pongan ahí la
política de compras de deuda, también corporativa, del BCE, con la que les ha
robado la clientela más golosa para los bancos, la de las
empresas. Ibedrola o Telefónica también acuden al BCE.
Y sumen a ello, desgraciadamente, el
estancamiento de la economía europea, a la que también está contribuyendo el propio BCE. Si la economía no tira, la inversión corre más riesgos. Ergo no pido créditos.
Ahora bien, Draghi insiste en mantener los tipos de interés como están, a pesar de sus escasos frutos. Pero los fracasos siguen, claro. Los últimos, en el plano bancario o en el plano estatal. En el primer caso está el
Monti dei Paschi di Siena, a quien los reguladores europeos urgen a que plantee un rescate al Gobierno italiano. Y en el segundo,
Portugal, al que el FMI ha pedido más austeridad para evitar un
segundo rescate.
Pero el cerco a los bancos de Draghi viene también por otra vía: las
exigencias de capital. Pongan ahí todos los
cambios regulatorios que complican hasta el
delirio el impoderable de mayores fondos propios y con una
supervisión constante.
Es la suma de esos dos ingredientes -tipos en mínimos y exigencias de capital- lo que de verdad está estrechando los márgenes bancarios y poniendo en cuestión la rentabilidad de las entidades. Ese es el problema, no el tamaño. Si de verdad quiere hacer algo el
BCE para apoyar la rentabilidad, la solución es fácil: subir los tipos de interés.
La última cuestión. Insiste también Draghi en que un continente (Europa) no puede ir por libre y debe coordinarse con el resto de los bancos centrales. Ya es difícil en sí, si todos los
bancos centrales están en la misma línea.
Donde todos piensan igual, nadie piensa distinto. Parece una obviedad.
Ahora bien, la realidad tampoco se mueve si no se hace nada para que se mueva (
los griegos dejaron muy claro el principio de causalidad). Por eso Draghi no debería perseverar en el error, sino aprovechar los foros internacionales
(Davos,
Jackson Hole y otros) para explicar lo que está pasando. La solución no está en la economía financista (que nos lleva de una crisis a otra), sino en el apoyo a la economía real. Por ese camino las empresas sí serían más rentables, crearían más riqueza y solucionarían así el drama más acuciante: las alarmantes tasas de paro.
Rafael Esparza