Sr. Director:
El vacío interior, que tanto abunda en nuestra sociedad, se suele notar de un modo especial durante los fines de semana. Mientras el trabajo llena casi todo el tiempo disponible no queda margen para las sensaciones de vacío; en cambio, cuando el trabajo termina, suelen aflorar las frustraciones que estaban encubiertas. Aparece entonces la melancolía como síntoma de la incapacidad para afrontar los desafíos de la vida.
Este problema se puede observar en cualquier edad, pero sobre todo, a partir de la adolescencia, que es cuando las personas comienzan a interesarse por su identidad. Muchos padres creen que la frustración existencial es simplemente una fase pasajera de la adolescencia, ignorando que puede ser algo más profundo y duradero.
Algunos adolescentes y jóvenes de ahora suelen sufrir un creciente desencanto hacia la vida que es expresión de su vacío interior. Para suplir ese vacío se refugian en evasiones perjudiciales y peligrosas: alcohol, droga, ideologías radicales, actividades de mucho riesgo, etc. Les falta valor para estar a solas y encontrarse consigo mismos en un ambiente de silencio exterior e interior.
La táctica del avestruz es un autoengaño que no sólo no resuelve los problemas, sino que los aumenta. Cada vez que metemos la cabeza debajo del ala necesitamos tenerla más tiempo en esa posición.
La cultura del posmodernismo sustituyó lo consistente por lo banal. Es una cultura decadente que provocó en el hombre un nuevo individualismo que sólo se atiene a la “ley del deseo”. Esta “ley” establece que cualquier cosa que yo haga es buena si la deseo hacer. Lo que le daría garantía de bondad es que emana directamente de mi deseo; por ese simple hecho quedaría justificada en sí misma, sin que sea necesario un contraste con la norma moral. La única norma es la ausencia de toda norma. En esto consiste la “moral de la tolerancia”.