En Arabia Saudí no es posible discrepar: te juegas la horca
Cinco activistas pro derechos humanos pueden acaban finalmente condenados a muerte en Arabia Saudí si prospera la petición de la petición de la Fiscalía. Entre los acusados, que llevan dos años en prisión sin asistencia legal, hay una mujer, Israa al Ghongham, la primera que se enfrenta a la pena capital. El juicio se celebra a finales de octubre y puede ser el precedente para otras muchas condenas.
Están acusados de terrorismo, pero lo único que hicieron es manifestarse ¡hace siete años! (en 2011) en contra de la discriminación sistemática de los saudíes de religión chiíta, la dominante en Irán, enemigo de Arabia.
Es sabido, pero no viene mal recordarlo, que en la petromonarquía saudí pasa lo mismo con la religión cristiana -están prohibidos todos los signos y manifestaciones de culto-, mientras los petrodólares saudíes financian la construcción de mezquitas en todo el mundo, también en Madrid, sin ir más lejos.