Sr. Director:
Una noticia que ha pasado levemente desapercibida por los tabloides es el anuncio, que no por viejo resulta menos sorprendente, de la reforma que el Gobierno pretende realizar del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. Llama poderosamente la atención el hecho de que no se trate de un desliz del legislador, sino precisamente algo buscado y querido como bueno : la eliminación de las ayudas fiscales a las personas con hijos.
Tal y como plantea la modificación, las familias españolas se las verán y se las desearán para poder afrontar en condiciones de igualdad y dignidad su planteamiento financiero, y tendremos que asistir una vez más a un ataque desmesurado de un gobierno presidido por quien prometió, entre clamorosos aplausos, que su gobierno protegería a la familia y muy especialmente a la familia numerosa, durante su participación en el Congreso Nacional de Familias Numerosas, celebrado en Santiago de Compostela el pasado año.
Lo preocupante del asunto no es que se incumpla una promesa electoral de manera tan flagrante, puesto que por otra parte sigue sin ver la luz el Reglamento que desarrolla la ley 40/2003 de protección a la Familia Numerosa (otro detalle del profundo interés del Gobierno por los temas que verdaderamente preocupan a la sociedad), sino el hecho de que se defienda como positiva la reforma. La justicia no consiste en tratar a todos por igual, sino en tratar a cada uno como se merece. Este principio básico queda reconocido en el artículo 31 de nuestra Constitución: Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica. Me gustaría desde su medio hacer patente esta realidad para que sirva de alguna forma de aviso para navegantes a las personas que depositamos nuestra confianza en las promesas del nuevo Gobierno, e instar al mismo a que recapacite acerca de la idoneidad de sus delirantes reformas tributarias.
Santiago Lago Fernández-Purón
gerente@familiasnumerosas.org