Sr. Director:
He leído con mucho interés su artículo Occidente no sabe qué hacer con el Islam.

 

Si me permite, me tomo la libertad de hacer notar unos planteamientos que un análisis empírico de la realidad nos hacen ver:

Todo parece indicar que los recientes disturbios del Magreb están siendo alentados, si no originados, por servicios de información y por centros de poder geopolítico con el fin de lograr que estos países se reconviertan hacia un Islam aparentemente más democrático y moderado -irreal a todas luces  pues el Islam ni es democrático ni moderado- de forma que sean asimilables en la mundialización e integrables en la Unión Europea.

Se trata de organizar a estos países musulmanes de forma que sirvan mejor a los intereses de la mundialización:

El dominio de las castas de poder financiero y la centralización de las decisiones en organismos mundiales.

La imposición de una economía global regida por los mercados previamente monopolizados por esos poderes económicos y financieros.

La desaparición de las soberanías nacionales y su sustitución por unos organismos de decisión a nivel mundial que estarán fuera del control de las poblaciones.

La imposición de un mundo multicultural generalizado, totalitario y único que, en contra de lo que pudiera parecer, hará desaparecer todas las culturas al sacarlas de sus contextos naturales, mezclarlas todas y por tanto unificarlas y fundirlas en una sola: la cultura global.

La organización de Europa en un continente llevado a situaciones de multiculturalidad extrema en el que la cultura, identidad y población europea vayan desapareciendo sustituidas por poblaciones y culturas extra-europeas. En este punto es fundamental la introducción invasiva del Islam en Europa, y para ello es más factible un Islam de apariencia moderada, que sin duda y sobre todo vendrá del Magreb.

Con estas revueltas, entonces, se trataría de turquizar a estos países del Magreb, es decir, llevarlos hacia un Islam de apariencias democráticas y vendibles a la manera de Turquía, para que así puedan ser más fácilmente exportables e impuestos a Occidente. Al igual que Turquía tiene democracia pero no deja de ser un país islámico y por tanto de fondo fundamentalista, pero es de la OTAN y dentro de poco estará en la UE.

Con lo cual se facilita la mundialización del Magreb y se le hace al Islam más expansivo hacia Occidente. Y por otra parte se agrede a la naturaleza de los países occidentales a los cuales se les va a imponer más fácilmente el Islam vía este Islam moderado que se pretende generalizar en el Magreb.

Este Islam moderado es mucho más peligroso que el fundamentalista pues a este se le ve venir, se manifiesta tal cual es el Islam: teocrático, fundamentalista, impositivo.

Pero el llamado Islam moderado es una ficción que encubre su verdadera naturaleza islámica y por lo tanto es más efectivo para filtrarse en Europa y avanzar en su islamización.

La falacia del Islam moderado crea un rostro maquillado de Islam: simpático, agradable, digerible, aceptable, exportable pero que en el fondo no deja de ser Islam y es tan pernicioso como el fundamentalista sin careta.

Sin embargo este Islam de careta moderada y democrática tiene mucha más capacidad de falsear, engañar y confundir. Tiene mucha más potencialidad de embaucar y ser aceptado por mucha gente ingenua en Occidente. Ahí radica su perversidad, más si cabe que la del Islam conocido como fundamentalista, pues este al menos es sincero, se muestra como es, enseña su verdadero rostro. Pero el Islam mal llamado moderado se encubre y disfraza de apariencias democráticas para venderse, expandirse y filtrarse mejor y así lograr más rápido el objetivo de todo el Islam: la islamización mundial.

Y eso es lo que se está tratando de crear en las revueltas del Magreb: un Islam que le sirva a la globalización para crear un mundo más dependiente de los poderes financieros que dominan cada vez más cuotas de poder y un Islam con mucha más capacidad de penetración y expansión.

Pero un Islam que en el fondo no será democrático en el sentido pleno y profundo, primero porque no le conviene a la globalización y segundo porque en una cultura islámica es imposible una democracia profunda como la entendemos en Occidente.

El llamado Nuevo Orden Mundial, es decir el poder financiero globalizado, trataría así de adaptar estos países a la mundialización con el fin de extender la islamización hacia Europa para terminar la construcción de la llamada Eurabia. Ya que un Islam exterior y explícitamente fundamentalista no es exportable ni imponible, pero un Islam moderado de apariencias (aunque fundamentalista en el fondo) constituye un efectivo caballo de Troya que introducir en Europa.

Por ello, lo que dice finalizando su artículo: Muy sencillo: apoyando a los opositores demócratas, con dinero, formación de gobiernos en el exilio y financiando campañas de información así como proyección mediática, no lo comparto. El Islam es una cultura totalmente diferente y es baldío pretender exportarle nuestra forma de vida y de organizarnos.

Occidente no ha influir en el mundo islámico. Occidente no ha de tratar de imponer su cosmovisión a ese mundo. Occidente se ha de distanciar lo más posible del mundo islámico e impedirle que le siga colonizando.

Carlos