Formalmente no hay procedimiento para echarle: salvo muerte o dimisión, los estatutos no contemplan posibilidad alguna de que Gerardo Díaz Ferrán y su socio en Marsans, vicepresidente de la patronal, Gonzalo Pascual, presenten la dimisión de su cargo.

Da igual que haya sido imputado por el caso Aerolíneas y que ahora la Seguridad Social le acuse de no pagar las cuotas de su trabajadores, da igual las sospechas de venta fraudulenta al fantasmal grupo Posibilitum por 600 millones de euros presuntos- y que presuntamente no se fuera a echar a nadie cuando los 1.400 trabajadores de la plantilla estén en la calle. Ferrán no dimite como máximo representante d la CEOE, Gonzalo Pascual, tampoco.

Los empresarios callan, un silencio que tiene mucho de ominoso, dada la situación. El Gobierno ya no le necesita y sólo piensa en el daño que pueda hacerle la huelga general que CCOO y UGT han convocado para el 29 de septiembre.

Por si fuera poco, el pariente de Díaz Ferrán, Arturo Fernández, presidente de la patronal madrileña y de la Cámara de Comercio de Madrid, aspira al puesto, lo que no es del agrado de ninguna federación. En el mundo empresarial no gusta, por ejemplo, la presunción del dueño del grupo Cantoblanco cuando afirma que SM el Rey tiene mucho interés en su grupo empresarial (dice interés, no intereses). Como tampoco es de recibo que don Arturo insista en su amistad con la presidenta madrileña, Esperanza Aguirre.

En definitiva, la patronal debe cambiar de piloto pero también de Estatutos. No se puede volver a repetir esta situación y menos en plena crisis económica.

Eulogio López

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