A un año de las elecciones ya no se puede hablar de herencia recibida aunque tengan razón. Entre otras cosas porque si es verdad que ZP ha sido un agujero negro en la historia de España, también lo es que esta crisis es mundial y que algunos la han combatido mejor que otros. Por ejemplo, Reino Unido, o Francia, o Brasil, la ha combatido mejor que España, con menos coste para los pobres (era como antes se llamaban los desfavorecidos).

En economía -no se lo van a creer pero en el mundo existe algo más que economía- el liberal Rajoy (en la imagen) se ha comportado como todo un estadista. Su única solución ha sido subir impuestos, cuando la otra forma de salir de la crisis era rebajarlos, especialmente los impuestos laborales y sustituirlos por IVA.

Además, de cara al déficit público, el único que le obsesiona, se ha aplicado a la tarea de aumentar los ingresos -es decir, los impuestos-  en lugar de reducir los gastos públicos: otro atentado contra la propiedad privada.

Por último, Rajoy ha practicado un entreguismo repugnante ante Alemania. En lugar de salirse del euro, o amenazar con ello a una Merkel enloquecida, Rajoy les ha apretado el cinturón a los españoles sin que el apretón haya servido para otra cosa que para pagar la espiral de la deuda. Mejor, para amortizar el pago, porque la espiral sigue creciendo.

Por tanto, en economía un cero. La diferencia ente ZP y Rajoy es que el PP apunta bien y dispara fatal. ZP apuntaba mal y disparaba peor. Si alguien puede consolarse con eso...

Pero hay materias incluso más importantes que la economía. Por ejemplo, los valores fundamentales de la derecha española... que el PP ha abandonado. Por ejemplo, en materia de derecho a la vida, la España de Rajoy continúa siendo un paraíso del aborto y de la contracepción abortiva, así como del tratamiento de los embriones humanos como cobayas de laboratorio (para investigaciones inútiles, además).

Con la tibieza propia de esta derecha pagana, Rajoy ha mantenido el gaymonio y, lo que es más importante, no ha tocado el divorcio exprés implantado por el majadero radical Zapatero. Con ello se hace cómplice.

En libertad de enseñanza ha apuntado algo mejor pero con unas lagunas lamentables. Es verdad que intenta acabar con los vagos -docenes y discentes- que pueblan el país, y eso es digno de aplauso, pero no habla de modificar el sistema de financiación de la enseñanza que es de lo que debe preocuparse un político. En definitiva, ni hablar del cheque escolar.

Bien común. El problema político de España no es la corrupción: la hay, como en todos los sitios hay que combatirlo, pero eso no deja de ser una obviedad. El problema de España es la inflación de cargos públicos. En eso, poco ha avanzado Rajoy. La reforma que precisa España es que los políticos se suiciden: reducir su número y con ello la carga que la clase política supone para el ciudadano. Y ahí Rajoy se muestra especialmente cauto a la hora de cortar la cabeza a los suyos y a los otros. Porque no sobran funcionarios -aunque hay que ponerles a trabajar-: lo que sobran son 'servidores públicos, es decir, políticos.

En la misma línea, la otra gran reforma económica apenas se ha tocado, por mucho que Cándido Méndez y Fernández Toxo bramen por su propia supervivencia. El problema de España es el paro y el paro no se solventará mientras no haya un cambio de sistema: salario dignos a cambio de despido libre y de reducción de cuotas sociales.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com