"Un buen momento para tener la primera relación sexual con penetración es cuando los dos miembros de la pareja son capaces de disfrutar y de llegar al orgasmo, tanto solos como juntos".
Este es uno de los consejos que en el folleto editado, bajo el patrocinio de la Consejería de educación de la junta de Andalucía, se dirige a niños/ as de 12 años dentro del programa de educación afectivo-sexual que se imparte en los colegios públicos de Andalucía.
En declaraciones a la prensa de la titular de esa Consejería ha manifestado: "se trata de aportar valores humanos a una información a la que ahora mismo tiene acceso todos los chavales", por lo que ha considerado "bastante hipócrita" que se censure este tipo de educación por parte de sectores conservadores."
No se trata de censurar desde sectores más o menos conservadores, eso es demagogia, sino de cuestiones básicas:
En primer lugar se olvida que los primeros educadores son los padres. Es presumible que los profesores con su formación pedagógica, sin entrar en otras consideraciones de índole personal, pudieran dar esta formación, pero no es su "terreno". Los profesores serán más eficaces cuando cumplan su cometido de colaborar con los padres en su labor educativa.
La educación sexual, como todo lo que implique educar, no es algo que se puede dejar para cuando la biología lo exija, es algo más profundo que implica inculcar unos valores y fines que subyacen en la sexualidad humana. Por esto es necesario que los hijos desde la infancia, vayan asumiendo la realidad sexual, sin tabúes, pero
oportunamente y según sus necesidades.
Este proceso educativo, que no informativo, es más propio de las familias que de la escuela, pues implica desarrollar en los hijos hábitos operativos buenos como saber conjugar el binomio -libertad responsabilidad-, el respeto a la dignidad humana, no "cosificar" a las personas, sentido de la lealtad, de la fidelidad, de la generosidad, de la templanza en sus diferentes facetas, entre otros.
En un tema tan personal, "café para todos", a los 12 años es tratar a los niños/as como cosas, asimilando la "educación" a un calendario programado: ahora esto, después esto otro, sin considerar que la maduración personal puede ser distinta entre iguales. De hecho las niñas maduran antes que los niños. Actuar de esta forma en un tema tan importante que puede ser contraproducente.
Otra cuestión importante es si los contenidos de la educación afectiva-sexual tienen algo de educación o son, más bien, instrucción sobre la fontanería del sexo. Indudablemente por lo que el citado folleto contiene y sobre todo por los resultados palpables que se tienen, de la "educación sexual" que se les imparte a los alumnos,
tiene más de "fontanería" que de educación.
Este proceder lo que consigue es que tengamos unos jóvenes, que conocen todas las "triquiñuelas" del sexo, pero con escasos valores humanos que en definitiva son lo que en su vida personal, social, laboral y familiar les va a servir. No sé Sra. Consejera si en tiempos de Cisneros ese folleto sería motivo de ir a la hoguera, como Vd. manifiesta. Lo importante es si esto ocurre en otros países de nuestro entorno y si su departamento
está siendo leal con las familias o está metiendo "palos entre las ruedas".
De lo que estoy completamente seguro es que ningún poder del estado debe inmiscuirse y aún menos a suplantar el derecho de los padres a educar a sus hijos, por muchos decretos legislativos a los que aluda.
Fernando Villar Molina