Así que para una respuesta educada, y argumentada, que me envían, sobre mi artículo del viernes, merece la pena responder. El autor de la respuesta es Javier Garduño, a quien no tenga el gusto conocer y que paso a desarrollar (esto del desarrollo me ha quedado muy bien).
Sr. Eulogio:
He leído su breve intervención sobre la homosexualidad en Hispanidad (Dejar en paz a los homosexuales, que no a la homosexualidad). Y ha llamado mi atención la analogía que lleva a cabo cuando dice: Toda esta campaña gay parte de la curiosa idea de que oponerse a la homosexualidad es marginar al homosexual, como si oponerse a la pobreza fuera marginar al pobre.
Tengo que confesarle que no puedo estar de acuerdo con usted y que dicha analogía es, cuando menos, desafortunada por las siguientes dos razones:
Es muy cómodo y fácil para la mente separar los conceptos abstractos de "homosexualidad" y "homosexual", pero debería quedar claro que eso solo sucede en un nivel abstracto y lingüístico. La homosexualidad es un acto. Es algo que el homosexual hace, que realiza. Es la voluntad del homosexual llevada a la práctica. Hasta podríamos decir que, por el hecho de cometer actos homosexuales, lo consideramos homosexual. No es homosexual sin haber hecho nada. Si nadie cometiera actos homosexuales, la homosexualidad no existiría. Así que resulta extraño escuchar que alguien diga que se está en contra de la homosexualidad y no del homosexual, cuando la homosexualidad es lo que el homosexual está haciendo por libre voluntad. La "homosexualidad" no es un concepto abstracto que flota en el aire, que podamos separar de quien lo lleva a cabo.
-Señor Garduño: todos los conceptos son abstractos, precisamente la abstracción consiste en elaborar conceptos como el pensamiento consiste en relacionarlos y argumentar con ellos.
Estar en contra de la homosexualidad es estar en contra del homosexual que la practica. Esa técnica de separar ambos conceptos, me parece, es una forma de sentirse menos culpable y de evitar reconocer que se está en contra de alguien. Una manera de curarse en salud.
-Pues claro que estoy en contra de alguien, de quien hace el mal. También estoy en contra de un vecino que me cae gordo pero no por ello le arreo un palo. Dígame, ¿cómo criticar una actitud sin que quede 'criticado' el que libremente la ejecuta'? ¿Cómo criticar la ingesta de alucinógenos sin que el alienado, el drogadicto, quede retratado? Es evidente que la homosexual se sentirá aludido si se critica la homosexualidad de la misma forma que yo me siento aludido cuando se critica a los asturianos, por ejemplo.
La segunda razón es que la pobreza, a diferencia de la homosexualidad, no es un acto. No es algo que la persona realiza o lleva a cabo. La pobreza es el conjunto de circunstancias en las que una persona vive su cotidianidad. En este caso se pueden separar ambos conceptos. Se puede separar a la pobreza del pobre. Tampoco es un acto voluntario estar en la pobreza (en la mayoría de los casos). De forma que las dos cosas (la homosexualidad y la pobreza) no son equivalentes.
-Me parece que es usted confunde acto y hecho. Los hechos son lo que hace alguien o algo. ¿Cómo separo al pobre de la pobreza y al homosexual de la homosexualidad? Lo que usted debería haberme dicho es que la pobreza no es una elección sino una desgracia, mientras que la homosexualidad sí es una opción. Pues peor me lo pone. En efecto, se es pobre a la fuerza, se es homosexual porque uno quiere.
Usted agrega: Por lo demás, el Vaticano se está quedando sólo en la defensa del sentido común. Y el sentido común asegura que la sexualidad humana no puede parecerse a la del perro [...]. Afortunadamente el Vaticano se esta quedando solo en la defensa de "su sentido común". Su sentido de como deben ser las cosas. No tengo muy claro a qué se refiere con "parecerse a la de un perro", aunque me suena a algo despectivo. E intuyo que es despectivo, porque implica cosas que a usted, no al mundo, no necesariamente a otras personas: a usted y otros que piensan como usted, les resultan desagradables o corrompidas.
-Pues es muy sencillo. La vida sexual de cualquier animal no es más que el desarrollo de su instinto. Pero el ser humano es racional, por tanto, no esclavo de su instinto.
Me refiero, también, a que el sexo ha sido creado, según la Iglesia y según la inmensa mayoría de las culturas desde que el ser humano habita la tierra, con un doble carácter: unitivo -lo que comúnmente llamamos eros, o amor. El perro no ama a la perra, simplemente obedece su instinto. Las parejas, por contra, aman a sus hijos, tanto es así que nos les abandonan cuando pueden valerse por sí mismos.
La homosexualidad atenta contra ambos fines. Por eso es antinatural. Y también lo es por su desarrollo. No es que me repugne, que sí me repugna, pero, y perdone la crudeza pero usted me obliga a ello, introducir el falo en el ano es antinatural porque la naturaleza ha decretado que el susodicho ano no está hecho para introducir nada sino para extraer. Del mismo modo, la homosexualidad es antinatural porque no procrea y la naturaleza -por si le molesta que mencione a Dios- ha establecido la heterosexualidad para que la raza humana se mantenga sobre la faz de la tierra, lo que no me parece un mal propósito. Tanto es así que esa naturaleza se queja de la homosexualidad y reacciona contra ella: sida, derrames de esfínteres y otras patologías cuyos efectos la tecnología trata de mitigar, no siempre con éxito.
Hay un dicho que dice que "la realidad es aquello que, cuando dejas de creer en ello, todavía sigue ahí". Y creo que se puede aplicar en el caso de la homosexualidad. Cuando alguien deja de creer que es algo impropio deja de ser impropio. La insistencia en censurarla no es diferente a la maniática insistencia de muchos musulmanes de censurar el rostro de sus mujeres cubriéndolo con un velo. Seguramente es impropio para ellos. Pero cuando uno deja de creer que es impropio realmente deja de serlo. No hay algo "racional" que pueda defender el cubrir los rostros de las mujeres, como tampoco lo hay para combatir la homosexualidad. Eso no significa que alguien no tenga la libertad de cubrirse el rostro si considera impropio mostrarlo, o sentir repulsión por un acto homosexual. Pero nunca le dará permiso de imponer arrogantemente su particular visión de los valores a los demás, como si estos resultaran universales o leyes de la naturaleza.
Javier Garduño C.
-¿A quién impongo visión alguna, o vivencia alguna, por escribir un artículo intentado razonar lo que pienso? Es usted, quien, al llamarme arrogante por mis opiniones pretende condenarme al silencio. Exactamente como están haciendo determinadas legislaciones (por ejemplo Brasil y Chile) que amenazan, incluso penalmente, a quien se atreva a criticar a la homosexualidad. Esas legislaciones, verdaderamente liberticidas surgen de su manera de pensar: si no aceptas lo que digo eres un intolerante y debes ser castigado por los poderes públicos. Le animo a que lea la crónica de Noticias Globales sobre el reciente acuerdo de intenciones entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y la presidenta brasileña, Dilma Rousseff.
Por cierto, no hay valores de este o aquél credo, ideología o carácter. Los valores son universales o no son valores, lo mismo que las leyes naturales, o son universales, o no son leyes. De la misma forma, la verdad es absoluta o no es verdad y, de igual forma, no existe "mi sentido común", porque si es mío, no es común.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com