La adjudicación de la CAM al Sabadell, un regalo de grandes proporciones pagado con dinero público, ha sentado precedente: precedente de carestía. Encima, Mariano Rajoy ya ha dicho que ayudará a la banca por la doble vía de las fusiones pagadas y, además, por la vía del banco tóxico.
El plan de Rajoy consiste en que los bancos buenos se coman a los malos con ayudas públicas. Pues bien, el caso CAM ha puesto el listón muy alto. Así, Santander, BBVA y Caixa, los tres grupos llamados a jugar el papel de absorbentes exigen ahora el mismo nivel de ayudas recibidas por el Sabadell si el futuro Gobierno y el Banco de España insisten en repartir el mapa bancario y atribuirles nuevos saneamientos. Vamos, piden el mismo chollo que el concedido al Sabadell con la CAM. Y si no, pues se quedan como están.
No sólo eso, el Partido Popular ya ha dado a entender que además de fusiones pagadas, el Estado ayudará a la banca por la vía de la creación de un banco tóxico. Pues bien, de inmediato todos los bancos privados han suprimido sus proyectos de bancos malos privados. Es decir, vender a consorcios -generalmente creados por un banco de inversión y sus despachos de abogados- sus activos tóxicos a cambio de títulos negociables. Naturalmente, esos bancos de inversión exigían un 50% de descuento, pero con un poco de suerte el banco tóxico de Mariano Rajoy lo comprará por el 100 por 100 y dará a cambio, no títulos de difícil colocación sino deuda pública. Lógicamente, los banqueros han paralizado todas las operaciones en marcha.
Insisto: la reforma financiera nos va a salir más cara que un hijo tonto.
Eulogio López
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