Sr. Director:
El mes de agosto y septiembre han sido vergonzosos por la imagen que hemos dado con el tema de la emigración. Ver a esta gente, que se embarcan en pésimas condiciones buscando un futuro incierto, como llegan a nuestras playas y puertos es lastimoso. No se si toda la culpa es del Gobierno pero mucha sí, pues son responsables del efecto llamada y la política demagógica que hicieron desde la oposición. El resultado de las últimas gestiones diplomáticas del Gobierno, era de esperar, no han dado resultado y parece que aún es peor lo que está por llegar, pues se habla de más de cien mil personas que están esperando en las costas africanas para embarcarse rumbo a Canarias.
Y es que detrás del escándalo que dejan las cifras, hay seres humanos que embarcan sus proyectos de vida en cayucos de muerte y una situación como ésta exige que la rotundidad se ponga en los hechos antes que en los dichos. La solución no está ni en declaraciones duras, en actos compasivos ni en políticas blandas. Las migraciones son un signo de los tiempos; un fenómeno que requiere un sabio equilibrio, repleto de matices, entre la apertura individual para acoger a toda persona extranjera que llega a nuestro país, cualquiera que sea su nación de pertenencia, y el ejercicio colectivo del ordenamiento justo de la convivencia, respetuoso de la legalidad, para que la verdadera integración sea posible. Todo eso no quita que se haga con toda seguridad y garantía para los que se ven forzados a emigrar.
Xus Do Madrid
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