Hoy lunes comienza en la sede de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra una ronda de reuniones. Uno de los puntos de la agenda es una proposición de Brasil de declarar la orientación sexual como un derecho humano. De esta forma, las críticas psicológicas, morales y religiosas dirigidas hacia las prácticas homosexuales pasarían a ser homofobia con todas las bendiciones de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Como se pueden imaginar, el lobby homosexual se está moviendo con agilidad para lograr que la proposición brasileña prospere. No es la primera vez que Brasil lleva a la agenda la carta de ciudadanía de la homosexualidad. Ya lo intentó el año pasado con los votos favorables de Brasil, Guatemala, México, Japón, República de Corea, Austria, Croacia, Francia, Alemania, Suecia, Ucrania y Gran Bretaña.

Nadie se atrevió entonces a votar en contra. Sin embargo, sí hubo países que optaron por postergar la decisión. En concreto, 14: Burkina Faso, Gabón, Sierra Leona, Sudán, Togo, Uganda, Zimbabwe, Argentina, China, India, Sri Lanka, Bahrain, Pakistán y Arabia Saudita. Además, otras 10 naciones optaron por la abstención: Sudáfrica, Chile, Costa Rica, Paraguay, Perú, Estados Unidos, Australia, Armenia, Irlanda y la Federación Rusa.

Este año, 15 nuevos países se incorporan a la Comisión de Derechos Humanos. Se trata de Congo, Eritrea, Etiopía, Mauritania, Nigeria, República Dominicana, Honduras, Bhután, Indonesia, Nepal, Hungría, Italia, Holanda, Egipto y Qatar. Como ven, la mayoría de cultura musulmana y católica. Ambas confesiones rechazan la homosexualidad. Pero está por ver si sus delegados son capaces de responder con eficacia a las presiones del poderoso e influyente lobby rosa.