Sr. Director:
A pesar de que intento limitar el tiempo dedicado a las noticias de carácter político, sin seguir el resto de información que me ofrecen los medios como son las tertulias, declaraciones, artículos de opinión etc., no puedo dejar de preocuparme por lo que está sucediendo en España.
Es para mi incomprensible la política de ZP, ya que no puede contentar a todo el mundo, aceptando siempre lo que decidan los distintos parlamentos regionales o los grupos de presión locales.
Tampoco es posible extender a todos los españoles los privilegios que ya disfrutan los vascos, navarros y catalanes y, por otra parte, no es aceptable la regulación, con carácter definitivo, de unas comunidades disfrutando de estos privilegios y el resto de las comunidades teniendo que soportar todos los costes del estado. Por si los líderes políticos están pensando en esta idea, les sugiero tengan en cuenta que las comunidades discriminadas No lo vamos a tolerar.
El desequilibrio económico injusto que ya se está produciendo entre ambos tipos de comunidades es hiriente, pero, más aún lo es, el tener que soportar las continuas comparaciones y chulería de los favorecidos. Más de una vez he oído cómo contestaban a gentes del país vasco, que sus gobernantes no harían esto y lo otro, si su gobierno contribuyera con los gastos del estado como hacen los demás. Ya no menciono el inmenso desprecio que supone la exigencia de imponer su voluntad, negándonos al resto la posibilidad de opinar en el caso de que sus decisiones nos afecten.
Hemos visto cómo ZP ha resuelto su compromiso con Maragall liderando el estatuto de Cataluña, con la CMT, con sus servicios (fracasados) a La CAIXAetc., y vemos cómo está encaminando la solución de sus compromisos con los nacionalistas/terroristas vascos. Sabemos las razones de su compromiso con el primero y sospechamos las razones de su compromiso con los segundos, pero La España, a la que nos están llevando, nadie, ni él mismo, sabe cómo va a acabar.
Es la primera vez que veo iniciar un proyecto de esta envergadura sin tener un objetivo final claro, definido y larga y debidamente contrastado. La deriva actual es la de una huida hacia adelante, improvisando sobre la marcha, y que, como todos sabemos, suelen acabar en el más estrepitoso de los desastres.
Tampoco Rajoy parece tener claro cómo frenar esta loca carrera ya que, aparte de lamentarse y plañir en todos los medios, que se lo permiten, no toma ninguna iniciativa positivamente válida. Deja que la AVT y algún medio de comunicación le hagan el trabajo pero, si está sentado a la puerta de su casa esperando que pase el cadáver de su enemigo, en esta ocasión no sabemos si va a pasar el cadáver de ZP o el suyo propio pero seguro que pasará el de la España que conocemos.
¿Cuándo podremos elegir directamente a nuestros gobernantes y evitar que la partitocracia nos coloque al frente de las instituciones, no a sus mejores hombres sino a los mejores navegantes en las turbulentas aguas de los partidos?
Carlos Ruíz
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