¿Qué pasa por la mente de los adolescentes? ¿Qué les mueve a ser rebeldes sin causa? Intentar encontrar respuestas a estas dos preguntas ha sido el arranque de este largometraje que describe la vida cotidiana de tres adolescentes: Alex, Oki y Gabi, que viven en Barcelona
Los niños salvajes posee un guión atractivo porque este drama está narrado a modo de thriller, género en el que mejor se mueve su directora, Patricia Ferreira, responsable de dos películas muy correctas de suspense como son Sé quien eres o El alquimista impaciente. A este acierto hay que sumar una buena dirección de actores que se traduce en una actuación muy natural del trío protagonista: los adolescentes intérpretes Alex Monner, Albert Baró y Marina Comas, ésta última ganadora del Goya a la mejor actriz revelación por su papel en la maniquea Pa Negre.
Una vez enumerados estos dos aciertos, Los niños salvajes no acaba de funcionar debido a la presentación algo simplista del conflicto generacional donde se lanza una mirada benevolente a las actuaciones y actitudes de los adolescentes frente a una crítica exagerada e injustificada de las posturas defendidas por los mayores, sobre todo los progenitores, a los que se muestra siempre como adultos autoritarios, incapaces del diálogo o la comprensión. Esta falta de ecuanimidad lastra un relato que, a priori, podía interesar tanto a padres como a educadores.
Para: Los interesados en la problemática adolescente