El G-20 pretende que el Santander y el BBVA, los grandes bancos españoles, aumenten su capital. La verdad es que esta obsesión de los países ricos, contra los bancos españoles resulta ligeramente irritante.

La banca española es mucho mejor que la de los países europeos, que la japonesa, que la asiática y no digamos nada que la quebrada banca norteamericana.

Pero el asunto va más allá, es el propio método del G-20 el que nos lleva a la crisis permanente. Nuestro problema es terminar con una economía financista, donde las familias y empresas viven acosadas por gobernantes que emiten deuda sin parar y por intermediarios financieros privados que especulan con el dinero de los demás en el mercado.

Por eso, los recursos propios no deben ser el modo de solucionar las crisis financieras. Exigir más capital es beneficiar al más grande, no al más eficaz. Es, además, acelerar la concentración financiera, un peligro aún más peligroso para la libertad individual que la concentración empresarial. A un banco no hay que exigirle más recursos propios, sino que responde de sus depósitos. Y si tiene que quebrar, que quiebre. Bastante haremos los contribuyentes con responder de sus depósitos, no de sus inversiones, de su especulación o de su apalancamiento.

Lo que el G-20 debe hacer es dejar que los banqueros y los gobernantes asuman su propia responsabilidad: si tienen que quebrar que quiebren. Y, al mismo tiempo, dejar de inundar de liquidez el mundo. Insisto: la economía está para producir bienes y servicios, no dinero. El dinero sólo es un instrumento de canje.

Eulogio López

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