La realidad evidencia que en el dominio de las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), no ligadas al VIH, los condones no consiguen dar una respuesta concluyente puesto que no logran la adecuada seguridad frente a los muchos padecimientos.
Los contagios por roce cutáneo, como el papiloma humano, la infección del herpes o la sífilis se contagian a pesar de los preservativos. Las secuelas de estas dolencias producen carcinoma y disfunción sexual. Después de los fracasos del sexo seguro, debe ser demolido en apoyo de las prácticas sanitarias verosímiles.
Las Enfermedades de Transmisión Sexual (ATS) son una lacra que tiene mucho que ver con grupos de personas que no respetan ningún tipo de ética, y tratan de vivir una existencia desenfrenada, henchida de hedonismo. Las ATS aparecen como un buen toque de atención, como una advertencia a quienes, al traspasar unas barreras invisibles, tratan de perder humanidad y no respetan la dignidad del ser humano. Ahí está lo serio de este terrible mal. Alguien dijo que Dios perdona siempre, el hombre algunas veces, pero la naturaleza nunca perdona. Y la resistencia de la naturaleza es sólo debido a que, al salvaguardar sus leyes, sabe que las cosas marchan mejor. El hombre cuando, trata de modificarlas a su capricho, acaba por ser esclavo de su propia vileza.
Entender el amor sólo como una simple complacencia sexual es algo turbio, que únicamente puede ser calificado como provocación a la persona y a la sociedad. Se debe reconocer que el amor humano, el amor entre un hombre y una mujer, es algo bello y apasionante, que se refleja en múltiples facetas de la vida en común, en el matrimonio, en la familia y en una prole numerosa.
Parecen oportunas unas palabras de Julián Marías, (en la foto) quién entiende que "la causa principal del estas enfermedades es la ausencia de normas de vida sexual, normas que han existido siempre y, gracias a las cuales, los hombres se han comportado de manera humana".
Clemente Ferrer