Sr. Director:
De alguna forma el poder de las armas, incluidas las atómicas, entre las dos Coreas, viene enfrentándose desde hace más de sesenta años al poder de la libertad y la democracia, como si nada hubiese ocurrido en el mundo, especialmente tras la caída del muro de Berlín y la desaparición del comunismo como modelo de todo un bloque de naciones.
De alguna forma el poder de las armas, incluidas las atómicas, entre las dos Coreas, viene enfrentándose desde hace más de sesenta años al poder de la libertad y la democracia, como si nada hubiese ocurrido en el mundo, especialmente tras la caída del muro de Berlín y la desaparición del comunismo como modelo de todo un bloque de naciones.
Aunque de momento estamos ante un escenario de guerra de nervios, lo cierto es que por anacrónica que sea esta nueva tensión internacional, la ruptura del frágil armisticio anunciada por el Norte trae al primer plano de la actualidad la amenaza de una guerra nuclear que desbordaría las lejanas fronteras de las dos Coreas y podría provocar una crisis mundial que dejaría en mantillas la que actualmente conocemos.
En manos de China, el último garante y tutor del tragicómico régimen norcoreano, está cancelar esta amenaza. Buena ocasión para que Pequín demuestre si empieza a ser un socio fiable de la comunidad internacional.
Jesús Domingo Martínez