La carta de los obispos alemanes en la que se reconocía que la píldora del día después resultaba aceptable solo en caso de violaciones levantó una gran polvareda en los medios.
Como se ha demostrado, esta puede ejercer una labor tanto anticonceptiva como antiimplantatoria y, por tanto, abortiva.
Los prelados deberían tener cuidado en temas que no dominan demasiado y más cuando combinan aspectos muy técnicos con implicaciones éticas graves. Un paso en falso en esta dirección daría lugar a la muerte de miles de embriones. Y ya que los enemigos de la vida apenas necesitan que se les dé la mano para coger el brazo, convendría especificar y limitar al máximo estas ambigüedades.
El investigador español Emilio Jesús Alegre del Rey ha presentado un trabajo al respecto en el Congreso Europeo de Farmacia Hospitalaria en el que detalla que el primer supuesto se da en condiciones mucho más complicadas de lo que se pensaba; dicho de otro modo, que la píldora suele actuar frecuentemente como mecanismo de eliminación del embrión. En caso de duda, conviene siempre consultar a la Academia Pontificia para la Vida.
Tampoco acepta la Iglesia, por razones naturales, los métodos anticonceptivos artificiales, entre los que se encuentra la píldora. Con lo cual, más cuidado aún ha de tenerse.
Xus D Madrid