La batalla de las Navas de Tolosa fue, probablemente, el mayor gesto de solidaridad de la Cristiandad de 1.212. Bajo la bula del Papa Inocencio III, los cristianos de Europa fueron convocados a la cruzada frente al Islam. Encabezaba el ejército cristiano el Rey de Castilla, Alfonso VIII, el de Aragón, Pedro II y Sancho de Navarra. Y junto a los monarcas, los señores, entre ellos el hijo del señor de Vizcaya, López Díaz.
La batalla del 13 de julio se produjo con tal espíritu, coordinación y fortuna que obligó a la huida del califa Abd Allh Muhammad, que había logrado reunir cerca de 250.000 hombres. Muerto el pastor, se dispersaron las ovejas almohades perseguidas por las tropas navarras y aragonesas, mientras que el ejército castellano escuchaba el canto del "Te Deum" de boca del obispo de Toledo.
Entre las conquistas, los cristianos requisaron el "pendón de las Navas", custodiado actualmente en el Monasterio de Las Huelgas (Burgos). En dicho pendón se puede leer el versículo 61 del Corán en que el profeta llama a la guerra santa: "Luchad por Allah. Dios os perdonará y os dará entrada en los jardines debajo de los cuales corren ríos, y en las habitaciones amenas de los jardines del Edén, esto es una felicidad grande".
Todo esto ocurrió en el 1.212, curiosamente la misma cifra de los grandes cargos que deberán de abandonar el Gobierno tras el triunfo socialista el pasado 14 de marzo. Y junto a los altos cargos, los cerca de 12.400 fontaneros de libre designación. Cargos de confianza política que buscan nuevas ubicaciones, una vez descabalgados del poder.
Pero la historia de la batalla de las Navas de Tolosa nos retrotrae a la historia colectiva nacional en un momento en el que la realidad política llamada España todavía no existía. La fe cristiana fue y es el ingrediente integrador que conformó esa unidad nacional coronada por los Reyes Católicos. España es cristiana o no es. Una urgente reflexión cuando el PSOE se dispone a reformar los estatutos de autonomía y el secretario general del PSC, Josep Montilla, comienza a hablar abiertamente de la España federal. No la del patinete -que también- sino la de los "solidarios" impuestos.
También estaba en la batalla el señor de Vizcaya. No era un reino, pero el Rey de Castilla juraba sus fueros. Y el señorío juraba fidelidad a la Causa de la fe. Igualito que ahora. El "lehendakari" Ibarretxte presiona sobre su plan de convivencia política en un gesto de voluntad de diálogo realmente peculiar. Y es que, como afirma ETA, el diálogo, no es un objetivo político, sino un medio. Do you understand?
Por otra parte, las Navas de Tolosa recuerdan la unión de la Cristiandad frente al Islam. No es lo mismo que la unión occidental frente al fundamentalismo islámico, pero se le parece bastante. Y en esa batalla no hubo fisuras. Y no las hubo porque todos entendieron que lo que se jugaban era la amenaza a la misma civilización cristiana. ¿Sabe Occidente por qué lucha contra el fundamentalismo islámico? Desconocer la respuesta es la mejor manera de cosechar divisiones. Máxime cuando el mismo Bush se permite bromear con las ilocalizadas armas de destrucción masiva. Y, sobre todo, cuando el Sumo Pontífice Juan Pablo II alertó en su momento sobre las "consecuencias impredecibles" de la entrada en el antiguo Edén.
Ausencia de autocrítica de los "populares" en la "catarsis" de Vistalegre. El PP permanece en el "mantenella y no enmendalla", pese a la oposición mayoritaria de la población a la entrada en Iraq. Pero también insistencia en la retirada de las tropas españolas por un partido socialista que, sin embargo, avala la duplicación del contingente en Afganistán.
"Os haré conocer un empleo del dinero que os libre del castigo doloroso", reza el pendón de las Navas de Tolosa. Inquietante repetición de la historia.
Luis Losada Pescador