Comienza el juicio contra el abortista doctor Morín, el de las 'máquinas rompecocos'. El partido Alternativa Española (AES) y otras instituciones próvida han luchado por llevar a este buen doctor ante los tribunales, han perdido tiempo y dinero pero al fin lo han logrado.

Ya saben que no me agrada la judicialización de los desacuerdos. Debe ser porque entre mis escasos efectos se cuenta el de ser periodista, así que prefiero los debates a viva voz que los tribunales. Lo siento: no creo en la justicia humana, sólo en la divina.

Pero entiendo que era necesario encausar al doctor Morín (en la imagen) y terminar con una trituradora de seres humanos indefensos, no menos que el resto de las clínicas abortistas. Y esto porque judicializar significa visualizar, en este caso visualizar la impunidad con la que actúan los mercaderes de la muerte.

Por la normativa sobre el aborto, la de 1985 y la de 2010, no sólo son homicidas son, además, un fraude. Los aborteros se saltan a la torera tanto la ley de supuestos de 1985 como la ley de plazos de 2010.

Y lo peor que puede ocurrir sobre el aborto es que sigamos consintiéndolo en silencio.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com

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