La relación entre Amancio Ortega, dueño de Inditex-Zara, y su número dos, José María Castellano (58 años) hacía tiempo que estaba condenada al ocaso. Castellano lo ha sido todo en Inditex, y ante un propietario cuyo mayor anhelo es continuar diseñando ropa, era el hombre responsable de la cuenta de resultados, así como el representante del grupo gallego en el mundo.
Ahora bien, la salud de Ortega es mejor que la de Castellano y, aunque el próximo mes de marzo cumplirá los 70 años, continúa acudiendo al trabajo y pensando que su única hija no tiene interés en sucederle.
Por si fuera poco, cuatro meses atrás se produjo la crisis con su sobrino y sucesor natural, Juan Carlos Rodríguez Cebrián, a quien Ortega humilló haciéndole pasar de director general único a primus inter pares entre un manojo de direcciones generales, hasta su total abandono de la compañía.
Por tanto, urgía un sucesor. Se ha buscado en el mercado, se ha anunciado a bombo y platillo... pero nadie podía sospechar que se pensara en Pablo Isla, a fin de cuentas presidente de una multinacional, la primera multinacional hispano-francesa, realizada en términos de paridad. Si se ha conseguido el sí de Isla, 42 años, ha sido porque lo que espera al final del partido es la sucesión del propio Ortega y porque Isla estaba harto del acoso del Gobierno socialista contra los presidentes de las privatizadas. Siendo una compañía hispano-francesa, el ejecutivo no podía alentar un ataque frontal, como con Telefónica, Repsol YPF, BBVA, etc., pero sí molestó lo suyo con el caso Aldeasa y con la colocación de Javier Gómez Navarro, el presidente del Consejo Superior de las cámaras de Comercio, verdadero quebradero de cabeza para Isla. Y más grave: la negligencia del Gobierno a la hora de luchar con el contrabando de tabaco, especialmente Fortuna, destinados a los inmigrantes y a la juventud. Un verdadero problema para la cuenta de resultados de Altadis. Al final, el presidente de Altadis ha decidido cambiar de aires. De líder mundial a líder mundial.
Así, Isla, el ejecutivo español joven de más prestigio, vuelve a la empresa privada. Y ha quemado las naves. Sorprende que haya renunciado a su excedencia en el Banco Popular y está por ver qué hará con sus consejerías en Telefónica (sus relaciones con Alierta son espléndidas) y en Iberia. De esta última debería dimitir, dado que lo es en representación de Altadis, pero en Telefónica Alierta no quiere que se marche.
El Gobierno puede presumir de haber conseguido otra victoria, aunque no del todo. A fin de cuentas, las relaciones entre Amancio Ortega y José Luis Rodríguez Zapatero son de lo más fluido.