"Soy hijo de minero y nieto de mineros y no entiendo a los mineros de ahora. No sé qué pretenden: hay que cerrar ese negocio porque no es rentable. ¿Por qué no se dan cuenta de algo tan sencillo?".

Me lo dice un amigo en Oviedo, proveniente de una familia de la cuenca de Sama. Y me sorprende porque yo no sabía que en Asturias -este verano he podido comprobarlo- había tanta gente que pensaba como él.

Otro amigo, más malicioso, con retranca asturiana, me comenta que en agosto no encontrará carreteras cortadas porque en agosto los mineros han dejado de hacer huelga para irse de vacaciones.

Pero lo más grave no es un sector inviable que vive del dinero de los demás y que se empeña en no cambiar. Lo más grave es que los menores están siendo utilizados por los que se llevan la parte del león de esas subvenciones, de ese dinero de los demás: los políticos autonómicos y de la oposición, para desgastar al Gobierno; los políticos locales, que se llevan su buena parte de los fondos mineros, y los empresarios que hacen su agosto con cargo a las subvenciones públicas al carbón. Los mineros que marcharon hacia Madrid creían ejecutar un acto revolucionario. Lo cierto es que estaban siendo utilizados y manipulados por capitalistas de la peor especie: aquellos que se lucran con las subvenciones públicas.

Eulogio López

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