Al Ministerio de Economía le ha entrado la fiebre liberalizadora. Primero fueron los horarios comerciales, ahora preparan la liberalización de las farmacias que, en plata, significa que las grandes superficies van a contratar farmacéutico en paro y montarán sus propios establecimientos. Ninguna competencia de precios en un mercado de precio más que tasado.
Liberalizar no puede significar proletarizar. De hecho, liberal es aquel que defiende la propiedad privada, a ser posible la propiedad privada pequeña. Y una de las pocas propiedades privadas pequeña que nos quedan es la farmacia (y el bar, parte fundamental del tejido productivo español). Liberalizar sería que cualquier farmacéutico capacitado pueda poner su botica (que cuesta mucho) donde le apetezca y que compita con otros farmacéuticos en igualdad de condiciones, si es necesario sacrificando margen para captar clientes.
Pero mantener esa pequeña propiedad privada es clave para el liberalismo, porque "lo pequeño es hermoso" y, sobre todo, es gobernable. (Leer más)
Además, si las grandes superficies comienzan a abrir farmacias falsearán la libre competencia como hacen siempre: compras masivas forzando a los proveedores a compras a bajo precio, forzando una competencia desleal contra el pequeño propietario... y a costa de proletarizar a los farmacéuticos trabajadores por cuenta ajena.
Soy liberal en economía, que no en filosofía. Pero la libertad económica no es enviar a los emprendedores a luchar contra los grandes, sino en que todo el mundo compita con las mismas armas, en igualdad de oportunidades, independientemente de su tamaño. Liberal es el que defiende la propiedad privada no la empresa privada ya saben, lo de Chesterton: si liberalismo consiste en defender la empresa privada, un carterista podría ser un grandísimo liberal.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com