Como lo han reflejado con suma profusión durante los últimos días multitud de medios informativos, la noticia sobre la sustitución en los envases de los yogures de la fecha de caducidad (28 días desde la fabricación) por la fecha de consumo preferente para alargar el plazo de ingesta de estos productos ha sido la "punta de lanza" de la Estrategia "Más alimento, menos desperdicio", impulsada el pasado día 2 de abril por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (Magrama).
Es más, el protagonismo mediático que ha copado el yogur, con diversidad de comentarios, opiniones y reflexiones de todo tipo y de variado gusto, ha dejado en la sombra al resto, por decir algo, de la estrategia diseñada por el Magrama en su intento de concienciar a toda la sociedad de que es de sentido común por muchas razones evitar que se desperdicie y tire tanta comida a la basura, consecuencia de unos malos hábitos de compra y consumo, y por una deficiente gestión y organización económica de los alimentos que realmente se necesitan consumir.
Claro que, en una época de crisis duradera, como la que se está viviendo, son muchos los españoles que estamos ya de sobra concienciados con la obligatoria economía de guerra con la que debemos bregar cada día y en la que se incluye, no podía ser de otra forma, evitar el despilfarro de los alimentos que se compran.
Quienes saben mucho de esto son las personas de mayor edad, que sufrieron las estrecheces de una no muy lejana guerra civil y de una más dura y larga posguerra conincidente con la gran guerra mundial. Ellos y ellas son el perfecto ejemplo de que con la comida no se juega y de que el pan nuestro de cada día sigue siendo un regalo que agradecer al cielo.
No deja de ser paradójico que ahora, cuando el país está pasando por lo que está pasando, se presente esta Estrategia, y no cuando España iba tan bien y vivía tan por encima de sus posibilidades, que hasta íbamos a adelantar con el PIB por la derecha y por la izquierda a Alemania.
Pero más vale tarde que nunca y aunque sea para dar cumplimiento a los objetivos marcados al respecto por el Parlamento Europeo en su petición de que los Estados miembros elaboren un Plan de Acción contra el desperdicio de alimentos en 2013.
Sobre todo, si en este "enorme reto", como dijo el ministro, Miguel Arias Cañete, se logra implicar y hacer que participen todos los sectores de la sociedad, involucrando en su elaboración y puesta en práctica a las administraciones públicas, empresas, asociaciones y operadores relacionados con la cadena de valor agroalimentaria y, por supuesto, a los consumidores. Habrá que ver, porque eso el tiempo lo dirá.
Domingo Martínez Madrid