Horror en las calles. Pánico en el Congreso. El presidente felicita la Navidad ¡con una imagen típica de la Navidad!
Un portal de Belén ha despertado de su apacible postración laica a distintos diputados de izquierda. Estado laico, opio del pueblo, cristianos a las catacumbas pregonan los verdaderos intolerantes. Si estos diputados sabiondillos que reclaman un Estado laico tuvieran la decencia de leerse su principal instrumento de trabajo, como es la Carta Magna, en su artículo 16.3 verían que no estamos en un Estado Laico, sino en un Estado aconfesional y si quiere saber la diferencia, que se apunte a clase de nuevo (pagando de su bolsillo).
La religión no es el opio del pueblo. Todo lo contrario. Es la fuerza mayor que puede comprometer la vida de las personas por el bien de su prójimo mediante la fe en un Dios que da sentido, norte, dignidad y responsabilidad a la existencia. El amor incondicional proclamado por Jesucristo, pese a las deficiencias de los que intentamos vivirlo, ha generado los mejores logros humanos de nuestra civilización.
El verdadero opio del pueblo es el laicismo radical que nos quieren imponer en nombre del mismo abuso del que se acusa a los demás. Se les cayó su muro y pretenden levantarnos otro.
Victoria Blasco López