Semanas después de visitar al papa Juan Pablo II, el entonces presidente argentino Carlos Menem decidió introducir en la Constitución argentina la defensa de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural. Con esta sencilla frase, que resume a la perfección toda la filosofía en defensa del más débil, del no nacido, en los siguientes términos: en todo el territorio nacional de la República Argentina será protegida la vida desde la concepción hasta la muerte natural.
Es la frase clave de la batalla clave en un periodo clave de la historia.
Fue tan claro Menem, que a Néstor Kirchner, un abortero enloquecido, le está costando un sinfín de tejemanejes reintroducir el aborto en la Argentina, hasta el punto de que lo intenta provincia a provincia, que son ganas, o acudiendo al derecho internacional -siempre hay un tratado internacional, sea para un roto o para un descosido- para violar la norma básica.
Por otra parte, Menem introdujo la festividad del Día del Niño por Nacer, que se celebra el 25 de marzo, nueve meses antes de la Navidad, una festividad que se está extendiendo por todo el orbe católico. No es que la inventara Menem, sino que se trata de una fiesta arraigada en la tradición cristiana. Dos piadosas tradiciones de la Iglesia primitiva cifran la creación, o dotación a Adán de un alma inmortal el 2 de marzo, y a alguien se le ocurrió que ese podía ser el mismo día en el que Abraham estuvo en un tris de sacrificar a su único hijo en el monte Moria. ¿Leyendas? Desde luego no es un dogma, aunque el hombre moderno ha aprendido a conocer la realidad de las cosas, no por su documentación, sino por su lógica interna. Además, últimamente nos hemos llevado muchas sorpresas. Que sé yo : 19 siglos pensando que Troya era una invención de Homero y resulta que descubrimos la antigua y espléndida ciudad. Los judíos que crearon el moderno israelí tras salir del Holocausto nazi buscaron pozos de agua con la Biblia en la mano, y así con otras muchas cuestiones. Las tradiciones no sólo suelen ser hermosas porque constituyen la antítesis de las modas, sino que, además, acostumbran a sorprendernos cuando descubrimos que, antes que nada, son ciertas.
De cualquier forma, el día del niño por nacer rompe una lanza por la gran batalla de nuestro tiempo, que no es otra que la batalla por la vida. Existe una presión tremenda para violentar esa frase de la constitución argentina: desde la concepción hasta la muerta natural. Por ejemplo, por la vía de la fecundación in vitro (FIV), coladero de abortos y de manipulación se seres humanos. Por ejemplo, fechando la existencia de la persona unas horas después de la concepción, o con los famosos 14 días de la ministra de Sanidad española, Elena Salgado, sin que la academia sueca no se haya dignado aún concederle el Nobel por tamaño aserto científico.
La verdad es que existe una persona desde el momento mismo de la fecundación misma, con una identidad genética distinta del padre y de la madre es, probablemente una de las verdades científicas que casi rozan la evidencia, casi la tautología, entre otras cosas por su lógica pétrea y por su sentido común en grado máximo. Pero es igual, la obsesión de la progresía consiste, no sólo en negar la evidencia, sino en conseguir que alguno de los enemigos, algún defensor de la vida realice una cesión, aunque sea mínima, en este punto. La ingenuidad de algunos católicos en esta materia da que pensar, aún más que la perversidad de políticos progres o científicos sin escrúpulos.
De ahí la importancia del 25 de marzo, Día del Niño por Nacer. Todo consiste en no olvidar esa frase: desde la concepción a la muerte natural.
Eulogio López