El tráfico de chavales se debe a muchas razones: explotación carnal, lascivia o casamientos obligatorios, adopción ilegítima, empleo de niños para mendigar, para realizar estafas pequeñas, para ejecutar trabajos forzosos y para la extirpación de órganos. El tráfico con mozalbetes se ha trocado en el tercer negocio criminal del universo, después de la especulación con las drogas y el tráfico de material bélico, y zarandea al año miles de millones de euros.
En el continente africano, la mayor preocupación es el trabajo infantil, como enfatiza una crónica divulgada por la publicación Mundo Negro. En el África subsahariana, el 37% de los chiquillos y el 34% de las chavalas de 5 a 14 años, ejecutan alguna faena de esclavitud. En el África occidental y en Sudán, cerca de un millón de niños son dañados por el tráfico furtivo y son transportados para producir en circunstancias infrahumanas en plantaciones, explotados como lacayos o sentenciados a la prostitución.
Se han solidarizado con el solista Bob Gedolf; el galán, Imanol Arias; el premio Nóbel de la Paz 2006, Mohammad Yunus y el premio Nóbel de Economía 2001, Joseph E. Stigliz. Una variada miscelánea de famosos actores y célebres genios que manifestaron su repudio al trabajo de los pequeños, defendiendo el evento de acción social Proniño, que tiene la intención de eliminar la esclavitud infantil y respaldar la integración social de las criaturas.
Imanol Arias dijo con ingenio: Mantener a un niño cuesta 140 euros al año, 12 euros al mes y 40 céntimos al día. La mitad de lo que cuesta un café. Cuando una mujer empieza a ganar dinero, narra Mahammad Yunus, lo primero que hace es traer a casa a sus hijos que los había prestado para que trabajaran a cambio de comida. Asimismo Bob Gedolf aseveró que: El problema no es el trabajo infantil, sino el exceso de pobreza.
Clemente Ferrer
clementeferrer3@gmail.com