No conviene engañarse: desgraciadamente, las conversaciones de Londres entre los rusos y la banca acreedora de Sacyr van por buen camino.
No conviene llamarse a engaño. Desgraciadamente, las conversaciones de la semana conclusa, mantenida en Londres entre la banca acreedora de Sacyr Vallehermoso -capitaneada por el Santander de Emilio Botín- y los rusos de Lukoil no han ido tan mal como se reflejada en prensa. En principio, no se habla de los fondos soberanos árabes como sustitutos ni de ninguna otra opción española: los elegidos -al parecer por un destino fatalista y por unos pocos fatalistas intereses particulares- son los rusos de Lukoil. No importa que se haya publicado la connivencia entre la empresa petrolera rusa y mafiosos rusos de la reata Vladimir Putin, no las ilegalidades en las que se podría incurrir: el favorito continúa siendo Lukoil.
Como alternativa siempre se ha barajado la fusión entre Repsol YPF, Gas Natural y Unión Fenosa (esta dos últimas en proceso de absorción). Es la alternativa de Antonio Brufau quien ya la expuso desde el primer momento, cuando los rusos comenzaron a aparecer en el horizonte. Ahora bien, esta opción, que parece la más lógica para una empresa estratégica y la que salvaría la españolidad de Repsol se ha encontrado con todo tipo de oposiciones, algunas realmente sorprendentes. Por ejemplo, con la oposición de La Zarzuela, con la oposición del propio Zapatero, con la del ministro Sebastián -que de puertas afuera defiende con entusiasmo la españolidad la petrolera- y con la propia Caixa.
¿Qué compromisos tienen la Zarzuela y Moncloa con Moscú? Nadie lo sabe. La solución de Brufau es lógica que no guste a Sebastián por cuanto no soluciona el problema de Sacyr, que necesita vender. Respecto a La Caixa, tanto Isidro Fainé como Juan María Nin, sobe todo este último, insisten en que la empresa de Criteria es Gas Natural no Repsol.
Entre todos la mataron y ella sola se murió. Lo cierto es que si hay una solución española, que incluso podría pasar por la adquisición de Sacyr por la propia Repsol. Lo que ocurre es que son demasiados intereses opuestos.