Poco a poco el Estado se ha ido deshaciendo de su participación total o parcial en empresas: después de SEAT, Endesa, Repsol, Telefónica, Argentaria o Tabacalera, le tocó el turno a AENA y Loterías del Estado. Se trata de negocios que siempre estarán regulados por el Estado, pero de los que se puede obtener dinero mediante la privatización parcial o el sistema de concesión. De momento, el Gobierno ha valorado el 49% de AENA en 8.906 millones de euros.
Si todo sale bien con los aeropuertos y el juego, el Estado cuenta todavía con el 5,39% de Iberia, el 20% de Red Eléctrica o el 8,45% de Ebro Foods, además de participación en Enagás, Hispasat, Navantia o EADS. Más difícil será ver la privatización de Adif por ser una empresa que exige demasiadas inversiones, o de RTVE o EFE por su importancia en la política de comunicación de los Gobiernos de uno u otro signo.
Mariano Tomás
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