- Acepta la idea de Goirigolzarri de una venta del 12% a inversores institucionales políticos.
- Con esta venta cae la gran barrera frente a la mayoría anglosajona procedente de British.
- El saneamiento de Bankia era prioritario a la aerolínea de bandera.
- Y no: no se han buscado inversiones españoles para el paquete de Bankia.
- Manuel Lagares ya tenía preparada la operación para cuando el Gobierno dio el visto bueno.
- La idea de fisionar la compañía de British Airways fue desechada desde el primer momento.
- Y mientras, se discute el futuro de la T-4.
- En el entretanto, los pilotos del SEPLA continúan fastidiando.
Adiós, Iberia, adiós. Bankia ha recibido el visto bueno del Gobierno para vender su 12% (primer accionista) de IAG, la compañía producto de la fusión fría entre British Airways (BA) e Iberia (IB). Una fusión realizada en plano de igualdad que al final se ha decantado por la parte inglesa. ¿Culpables El sabotaje de los pilotos del SEPLA con huelgas interesadas que colocaron en la compañía al borde de la quiebra, así como la reducción del mercado entre Madrid e Hispanoamérica, de capa caída.
Total, que la parte británica se aprovechó de esta deriva para ir ganando posiciones, dado que las rutas del Atlántico norte han seguido siendo rentables durante la crisis. Total, que las profecías autocumplidas de SEPLA... se han cumplido.
Con la venta del 12% de Bankia se escenifica las prioridades de la política económica del Gobierno Rajoy: salvar un banco es más importante que salvar una aerolínea de bandera (o de antigua bandera). Cae la principal barrera que preservaba la desespañolización de Iberia, y se pone en solfa la utilización de la T-4 de Barajas, una de las mejores terminales de Europa.
A Iberia le queda ir languideciendo en tamaño, toda vez que le ha sido arrebatada Vueling por la matriz.
En cualquier caso, la ministra Ana Pastor (en la imagen) no ha sabido resistir la presión. Ni tan siquiera se ha buscado a un posible socio español para comprar el paquete y Manuel Lagares, el consejero de IAG en representación de Bankia, ha planteado una política a socios institucionales que aun desespañoliza más la compañía y la convierte en más anglosajona. Siempre nos quedará Amancio Ortega. Con ello se pierde también el efecto sede, aunque la sede social de IAG seguirá siendo Madrid durante dos años y medios.
Tampoco se planeó la opción de fisionar Iberia de IAG, de romper la fusión. Es una opción difícil pero ante la jibarización de la compañía, que con la venta de Bankia se acentuará, podría no haber resultado despreciable.
Y mientras tanto los pilotos continúan destrozando Iberia o lo que queda de ella. Porque una cosa está clara: independientemente de la fusión, Iberia debía afrontar su actual proceso de reconversión. Proceso al que le llevó la actitud del SEPLA, actitud que no ha cambiado en prácticamente nada.
Miriam Prat
miriam@hispanidad.com