Hace unos días, mi mujer, embarazada de 4-5 semanas, va al Hospital General de Jerez porque tiene molestias.
Tras una ecografía y una analítica, el ginecólogo no detecta el embrión, pese a que la analítica confirma el embarazo, por lo que sospecha un embarazo ectópico. A las 48 horas se repite la analítica y la ecografía. La analítica demuestra que el embrión crece a buen ritmo, pero la ecografía sigue sin mostrar nada en el útero.
Dos ginecólogas, más varias estudiantes presentes, examinan el útero y las trompas y concluyen que una zona oscura en la trompa izquierda debe de ser el embrión, por lo que confirman que es un embarazo ectópico y urgen a mi mujer a que tome una decisión mientras se cambia. La decisión es sobre el tratamiento para extirpar el embrión, o bien una intervención quirúrgica, o bien un tratamiento abortivo que lo elimine.
Tras preguntar si es necesario que la decisión sea inmediata, la ginecóloga responde que podemos pensarlo un poco, pero que, si tardamos, el embrión puede reventar la trompa y surgir muchas y graves complicaciones, por lo que nos indica que lo mejor es que al día siguiente, a las nueve de la mañana, tenemos que estar ahí con la decisión tomada.
Afortunadamente fuimos a una consulta privada donde el amabilísimo doctor, tras recibirnos de urgencia, nos indica sus dudas sobre que se trate de un embarazo ectópico, dada la ausencia de otros síntomas, como dolor, sangre, etc. y lo temprano del embarazo. El examen ecográfico detecta para nuestra alegría un pequeño saco gestacional en el útero, donde siempre había estado, por lo que el embarazo es normal, si bien el pequeño tamaño del saco indica que probablemente sea más temprano que lo que sugieren las fechas del período, etc.
En resumen, mi esposa está embarazada y no tiene ningún problema, pero en el Hospital General de Jerez pretendían que a estas horas mi hijo estuviera muerto. Lo peor no es el error de diagnóstico, que es comprensible, sino que tuvieran prisa por, ante la menor sospecha, eliminarlo cuanto antes.
Lo más terrible es que al comentarlo mi mujer a una amiga, ésta le confesara que apenas hace dos meses, embarazada de pocas semanas, acudió al mismo hospital por molestias y un ligero sangrado. Sin ni siquiera una ecografía le practicaron un legrado porque en opinión del médico había sido un aborto espontáneo. Ahora se sentía culpable de haberse conformado con la explicación del médico. Otra chica en la sala de espera nos dijo lo mismo, que ella estaba de cinco semanas y le iban a hacer un legrado porque el ginecólogo decía que no se veía embrión y que sin duda era un aborto espontáneo.
¿Cuantos abortos sin consentimiento de las madres está habiendo? ¿Cuántos embarazos viables se están interrumpiendo sin tomar las mínimas medidas que puedan indicar otra cosa? ¿Cuántos embriones de cuatro o cinco semanas, invisibles a los ojos de los médicos, pero no por ello menos existentes y vivos, están siendo arrancados?
Una pista, la chica a la que le hicieron el legrado decía que había docenas de mujeres esperando para su correspondiente legrado en el mismo día que ella.
Miguel Janín Ardanaz