Mario Draghi y Jerome Powell: "los más poderosos"
Todo lo que España produce apenas supera el billón (europeo, no anglosajón, es decir, un ‘uno’ con doce ceros, no con 9). Sin embargo, el balance del Banco Central Europeo (BCE), que preside ese peligroso embustero llamado Mario Draghi, cerrará el ejercicio 2018 con un balance que superará los 4,5 billones de euros. Es decir, 4,5 veces el presupuesto español. Oiga, y el señor Draghi no ha sido elegido directamente por el votante europeo.
¿Quién manda en el mundo? Los bancos centrales, no los banqueros privados
A lo mejor no nos damos cuenta de lo que significa esto: significa que el balance de un organismo (el BCE) y una moneda (el euro) nacidos anteayer (en 1999, ya en el 2002 con poder liberatorio de deudas), es más importante que un país entero. Contra lo que muchos piensan, resulta que en el mundo no mandan los banqueros privados, ni tan siquiera –se aproximaría más a la verdad– los gastos de los grandes fondos: los que mandan son Jerome Powell, Mario Draghi y compañía; mandan los gobernadores de los bancos centrales. ¿Por qué? Porque fabrican dinero.
Si volver a la normalidad monetaria es una utopía, entonces nunca saldremos de la crisis: el dinero nunca es neutro
Ellos son los que han haen vivir en un océano de liquidez que devalúa todo lo que el hombre produce. El exceso de dinero es el veneno más eficaz contra toda ética económica y contra toda justicia social.
Repitamos: el problema económico del mundo es el océano de liquidez, el exceso de dinero. ¿Quién manda en el mundo? Los bancos centrales, no los banqueros privados. ¿Por qué mandan? Porque fabrican dinero.
¿Por qué? Porque no produce nada y devalúa todos los productos
Con este océano de liquidez ni hay justicia social ni ética económica. Queda dicho, pero hay que añadir algo más: con esa liquidez desbordante vivimos condenados a una crisis permanente.
Si volver a la normalidad monetaria es una utopía, entonces nunca saldremos de la crisis: el dinero nunca es neutro. Un editorial de Expansión titulaba de la siguiente guisa: “La utopía de volver a la normalidad monetaria”. Con ello quería expresar que hay que seguir fabricando dinero a mansalva. Pues bien, si seguimos como hasta ahora, jamás volveremos ni a la normalidad monetaria ni a ninguna otra normalidad, porque nada más anormal ni más vicioso que este océano de liquidez que devalúa, insisto, toda la economía global, es decir, toda la actividad laboral del hombre.
Con este océano de liquidez ni hay justicia social ni ética económica: vivimos condenados a una crisis permanente
En la Edad Media ya sabían lo que se hacían; la fabricación ilegal de la moneda se castigaba con la muerte.
Tipos listos aquellos.