- Si algo ha demostrado el presidente del Sabadell es que le gustan las compras.
- Y que el banco que preside se ha convertido en un experto en operaciones corporativas.
- Cierto es que ya no hay ayudas, pero sí hay regalos.
El presente año será un ejercicio de transición para el
Sabadell. Finalizado el plan estratégico 2014-2016, que ha marcado la actividad de la entidad durante los últimos tres años, el banco que preside
Josep Oliu (
en la imagen) ha decidido esperar a 2018 para presentar sus
líneas maestras hasta 2020.
Pero como no se puede vivir sin objetivos, y menos aún de cara a los analistas, la entidad ha remitido este martes un
documento a la CNMV en el que expone las principales ideas que jalonarán este ejercicio. Las principales magnitudes para 2017:
beneficio de 800 millones de euros y 250 oficinas menos pero sin ajuste traumático de empleo.
Primera idea para los inversores:
el Sabadell da por finalizada la etapa de crecimiento inorgánico en España. A partir de ahora centrará sus esfuerzos en aumentar la cuota de mercado de una manera orgánica. En otras palabras, al Sabadell ya no le interesa comprar en nuestro país. ¿De verdad?
¿
Acaso el presidente Oliu está mintiendo? De ninguna de las maneras. Ahora bien, si algo ha demostrado don Josep es que le gustan las adquisiciones y, lo que es más importante, se le dan bien. No en vano, el banco catalán es el que más compras ha realizado en los últimos años. Por eso, y a pesar de esta declaración 'oficial' de intenciones,
el Sabadell no renuncia al Popular, el sueño que lleva persiguiendo Oliu desde hace algún tiempo.
Ahora bien, las circunstancias han variado sustancialmente.
Los bancos ya no pueden contar con ayudas públicas como antes. Se acabaron los EPAs y demás estímulos que, sin duda,
marcaron una época y contribuyeron decisivamente a la situación actual del sector.
Entonces, ¿quién podrá comprar? ¿Quiénes serán los 'valientes' que inicien el nuevo proceso de consolidación? Tranquilos,
a falta de ayudas públicas buenos son los regalos. Y los obsequios no se deben rechazar. Es de mala educación.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com