Hace 13 años público y crítica quedaron impactados con la magistral película, La vida de los otros, que retrataba con dramatismo y autenticidad la complicada y represiva vida en la Alemania del Este bajo la dictadura comunista. Su joven director era el alemán Florian Henckel von Donnersmarck. Ahora vuelve a su tierra natal para narrar tres décadas convulsas. Lo hace inspirándose libremente en la apasionante figura del pintor germano Gerhard Richter. Durante tres horas, que se pasan volando, vemos desde los estragos cometidos por el cruel Gobierno Nacionalsocialista hasta la represión de libertades en la etapa comunista. En este recorrido se recuerdan episodios históricos tan trágicos como el bombardeo aliado a la ciudad de Dresde o las medidas eugenésicas tomadas por los dirigentes nazis sobre aquellos que consideraban débiles mentales.

Un niño aficionado al dibujo asiste, junto con su joven tía, a una exposición calificada por el gobierno del III Reich como de arte depravado. Esa feliz jornada marcará la vida y la obra de un pintor llamado Kurt Banner, la mujer de su vida, Elisabeth, y el padre de ésta, el siniestro profesor Carl Seeband; los tres están ligados por un terrible secreto. Al fondo, el silencio cómplice que la sociedad alemana mantuvo durante años sobre el III Reich.

El relato resulta apasionante porque Florian pretendía reflexionar sobre el poder liberador del arte, incluso en los periodos más oscuros de la existencia. No obstante, y gracias a su enfoque en la figura de Richter, también comprendió lo que éste piensa: que el arte puede servir de consuelo. Como se trata de una película inteligente también, implícitamente, critica algunas formas o movimientos de arte abstracto y moderno que son una tomadura de pelo.

La sombra del pasado, por su calidad argumental y visual, enlaza con películas clásicas del cine (técnicamente es exquisita), y su desarrollo nunca se hace pesado, a pesar de su largo metraje, por la cantidad de sucesos que se relatan y porque los personajes tienen un componente psicológico lleno de matices. Aunque por algunas situaciones que se presentan (toda la locura de la joven tía) es recomendable para un público adulto

Rodada en Alemania, para resultar más verídica por decisión de Florian, este ha confiado los tres principales papeles a tres intérpretes de talento. Así repite con Sebastian Koch (La vida de los otros), con la bella Paula Beer (Frantz) y con Tom Schilling (Suite francesa, La dama de oro).

Para: los que les gustó La vida de los otros y todos aquellos que les interesen los ‘biopics’ de calidad