El cineasta canadiense Denys Arcand habitualmente bastante de “luto” en la cosmovisión del mundo (recuerden Las invasiones bárbaras, ganadora del Oscar a mejor película de habla no inglesa, en el año 2004, y donde se hacía una clara apología de la eutanasia) ofrece su faceta más divertida en La caída del imperio americano. Se trata de un bonito cuento de denuncia sobre los excesos del capitalismo, no olvidemos que Arcand, por su discurso, es un cineasta que les encanta a “los progres”.

Pierre Paul, un doctor en filosofía que trabaja para vivir como repartidor, es testigo de un violento atraco que termina con el saldo de dos muertos y que deja en el suelo bolsas repletas de dinero. Ante el dilema de marcharse con ellas o no, previamente a que llegue la policía, Pierre Paul opta por la salida más ilegal lo que cambiará su apacible vida, que hasta ese momento se centraba en la colaboración con una ONG dedicada a la atención de indigentes.

Con un tono muy positivo, no cabe duda que el “buenismo”, y cierta simpleza son las notas características de la comedia dramática de Arcand donde los desheredados son gente de valía y los malvados son los ricos, los empresarios. A pesar de ello, La caída del imperio americano resulta una película simpática que apuesta por la redención de ciertos personajes gracias al amor o a la amistad, es el caso de la prostituta de lujo o del estafador que se define como un delincuente honrado. 

Película de poca acción, pero mucho diálogo, ahí radica precisamente la fuerza de Arcand, logra provocar la carcajada con esas frases filosóficas que pronuncia, en el momento apropiado, el encantador protagonista. Arcand critica una sociedad donde se han perdido todo tipo de valores y donde el dinero parece ser la fuerza motriz del mundo. Y en eso todos estamos de acuerdo.

Para: los que quieran ver una comedia distinta