Los dramas de buenos sentimientos existen, si no lo creen vayan a ver Brooklyn, una agradable propuesta que está nominada a tres Oscar. Años 50, Irlanda atraviesa una grave crisis económica y muchos jóvenes deciden emigrar a Estados Unidos para buscar un trabajo. Es el caso de la bondadosa Eilis Lacey quien, atraída por el sueño americano, cambia el hogar materno por el barrio de Brooklyn, en Nueva York. La nostalgia y la soledad hacen difíciles sus primeros pasos en el nuevo mundo, hasta que Tony, un muchacho italiano dulce y cargado de excelentes intenciones, cambia el estado emocional de Eilis…Precisamente cuando la joven empieza a adaptarse a su nueva vida, será cuando un suceso, ocurrido en su país, le obliga a regresar a su tierra natal para resolver asuntos pendientes… La modesta heroína de Brooklyn, interpretada de forma admirable por la joven actriz Saoirse Ronan, se hace un hueco, por derecho propio, entre los personajes femeninos más encantadores que hemos visto en la gran pantalla en los últimos años. Brooklyn llega a la gran pantalla tras el  éxito de ventas de la novela de Colm Tóibín en la que  está basada. Todo su sencillo argumento transmite sentimientos que se palpan auténticos, quizás porque el escritor irlandés se basó en sensaciones que él mismo experimentó como el dolor que conlleva la separación de las familias, la búsqueda de un  nuevo hogar y cómo  hombres y mujeres desean encontrar el verdadero amor, todo ello perfectamente guionizado por Nick Hornby, al que muchos recordarán, en esta misma faceta, por  An Education. A este respecto, la película está filmada con un gran lirismo y hay escenas realmente emotivas, sobre todo en la primera hora de la película. Una de ellas la despedida en el barco (filmada en cámara lenta en algunos planos) que fluye con una belleza inenarrable… A los escépticos esta película les "chirriará" mucho porque realmente no hay personajes malvados, aunque sí algunos a quienes puede emponzoñar la envidia. No es el caso de los dos secundarios veteranos de esta película: Jim Broadbent, encarnando al sacerdote irlandés que ayuda a la heroína en su aterrizaje en el nuevo mundo, y Julie Walters, como la divertida pero cascarrabias dueña de la pensión donde habitan las chicas recién llegadas a Estados Unidos. Sin duda  los románticos empedernidos agradecerán cómo se desarrolla la historia de amor entre Eilis y Tony: llena de ternura, de elegancia, y tomándose el tiempo adecuado para conocerse el uno al otro. Para: Los que quieran contemplar una película donde no hay malvados Juana Samanes