San Valentín. Todo buen tirano fomenta la fornicación y denigra el matrimonio: lógico
14 de febrero, día de San Valentín, un obispo que oficiaba bodas clandestinas cuando el emperador Claudio prohibió el matrimonio. ¿Y por qué lo prohibió? Esto es lo mejor: vetó el matrimonio a los jóvenes porque quería poseer el ejército más poderoso. Y claro, amar y matar no se llevan. De hecho, todo buen tirano fomenta la fornicación y denigra el Matrimonio: lógico.
Es cierto que la festividad de San Valentín tiene connotaciones paganas poco edificantes, pero no mucho menos que la actual perdido del sentido del amor, del compromiso, de la donación.
Por lo demás, el Papa Francisco ha tratado de extraer la parte buena -inculturación, que le dicen- y ha retomado la celebración como la festividad religiosa dedicada al noviazgo y al matrimonio. No está mal: a lo mejor así, algunos jóvenes aprenden que el amor puede acabar en el cama, pero no empezar en ella.
Nuestro corresponsal Fidel García nos explica la tradición de este santo que se celebra el 14 de febrero:
El 14 de febrero, está dedicado a San Valentín del que dicen los grandes almacenes que es el patrón de los enamorados, de los que están, de los que no, y de los que desearían estarlo. Es una fiesta comercial revestida de tópicos eróticos amorosos, para todos los gustos y de todos los colores, porque el dinero es la religión del capitalismo, como afirmó el gran pensador W. Benjamín
La fiesta de San Valentín, como patrono de los enamorados tiene una larga historia; mitad realidad, mitad leyenda. Incluso el Santoral de la Iglesia Católica ha puesto algunas matizaciones importantes para que San Valentín no sea un simple pretexto para la banalidad. Parece que los romanos paganos celebraban por estas fechas los festejos conocidos como los luparcales dedicados por los pastores a un fauno lascivo.
La Iglesia, Madre y Maestra, como decía San Juan XXIII, celebraba la fiesta del mártir Valentín, que dió lugar a una tradición amorosa, en la que un clérigo desafió las órdenes draconianas del emperador Claudio, que prohibía el matrimonio a los jóvenes para asegurarse un ejército eficaz y numeroso. San Valentín se opuso al decreto oficial y celebró bodas clandestinas, lo que le costó ser martirizado. Según una tradición, los restos mortales de San Valentín se veneran en la basílica del mismo nombre en la ciudad italiana, Turín, por eso cada 14 de febrero se celebran en la basílica actos litúrgicos en los que los novios que se van a casar se promete fidelidad. La costumbre de intercambiar regalos y cartas de amor el 14 de febrero nació en Francia e Inglaterra durante la Edad Media. En USA hacia 1840 se inició la moda masiva de felicitar con tarjetas por San Valentín. La Iglesia Católica viendo el cariz comercial y paganizante que se daba a la fiesta, tomó una decisión de retirar la conmemoración litúrgica, que continua celebrándose en todas las partes, por eso el Papa Francisco ha pedido que el día de San Valentín sea recordado como la fiesta del matrimonio y noviazgo cristiano. Son varias las diócesis en España que celebran en este día en los templos, actos litúrgicos con matrimonios jóvenes y novios como protagonistas: una buena medida para contrarrestar los ataques contra el noviazgo y matrimonio, como Dios manda. Más necesario que nunca en estos duros tiempos de la Covid-19 que amenaza con llevarse todo por delante: besos, abrazos, saludos, visitas entre allegados o no, cortejos (…) menos el amor, que es más fuerte que la muerte.