No se lo van a creer, y a lo mejor él tampoco, si no conocía su origen, pero ha sido Gabriel Rufián, en posición de pío, quien se ha referido al ingreso en prisión de los presos del procés con la siguiente frase: sin justicia no hay paz. Ocurrió en la sesión extraordinaria del Congreso destinada a hablar del Plan de recuperación europeo. Next Generation (¡Yehaaa!)

Muy cierto Gabriel. Es más, la autoría de la frase completa corresponde a San Juan Pablo II, y reza así: "No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón".

En efecto, la gente salta, y a veces con razón cuando le pisan el callo. Por tanto, para conseguir la ansiada paz primero hay que ser justo. Ahora bien, entre seres humanos, Gabrielillo, la justicia es imposible, por aquello de que somos seres falibles (antes de que tú llegaras al congreso, Gabrielillo, se decía pecadores). Y claro, el injuriado no busca compensación, que el injuriador no puede otorgar. Lo que busca es una disculpa, a ser posible sincera.

En definitiva, que tu maravilloso -lo digo en serio- binomio paz-justicia necesita completarse con el tercer concepto: no hay paz sin justicia pero tampoco hay justicia sin perdón. Y ojo, no puede haber perdón sin arrepentimiento. Porque el injuriado puede perdonar pero sin el arrepentimiento del injuriador la brecha continuará abierta.

Otra cosa es que la entrada en prisión de los políticos del procés sea justa o injusta. Y otra tercera derivada es que tu frase casi parecía una amenaza: o liberan a los presos o no habrá paz porque nos echaremos a la calle.

Ahora bien, la relación entre paz y justicia, Gabrielillo… ¡esa que no te la niegue nadie!