• Es un recordatorio sobre el que insistiera mucho Benedicto XVI.
  • Y sirve para la vida interior y para la exterior.
  • Actuar por convencimiento en lugar de por temor al castigo no sólo es más moral: es más eficaz.
La idea no es mía sino de Benedicto XVI (en la imagen). Es curioso: Ratzinger pasa por ser el Papa más racional, más filosófico… pero es el más escatológico del conjunto de los papas del siglo XX, traducido, el que más hablaba sobre 'el fin del mundo', el que más se ha preocupado por las postrimerías, por la Gran Tribulación del fin de la historia, de la Segunda Venida de Cristo… como prefieran llamarlo. Lo que ocurre, claro, es que a los Papas se les escucha poco y se les lee menos. Creemos saber lo que dicen porque leemos el resumen, por lo general ferozmente manipulado -nadie más manipulado que un Papa- de los cronistas vaticanos. Y así, Benedicto XVI se refiere a la oración de Abraham regateando a Dios, en una charla tan trágica como jocosa, lo justo que había en Sodoma para que el Creador no castigara a la ciudad. Comenta el Papa emérito que "el Señor estaba dispuesto a perdonar, deseaba hacerlo… pero las ciudades estaban encerradas en un mal total y paralizante, sin tener unos pocos inocentes desde donde empezar a transformar el mal en bien". Y la razón es sencilla: "porque es este el camino de la salvación que Abraham pedía: ser salvados no significa simplemente ser salvados del castigo, sino ser liberados del mal que nos habita. No es el castigo el que debe ser eliminado sino el pecado". La historia del mundo reciente, su política, su economía, su cultura, recae una y otra vez en el prometeica y desesperante conclusión. Hagamos todas las cosas por amor -la civilización del amor- a Dios no por temor al castigo divino. Y en el plano laico (que diría nuestra progresía) lo mismo: paguemos los impuestos, no por temor a la multa sólo sirve para que sobreviva el tirano, no para forjar una nación de hombres libres, de ciudadanos responsables. Los antiguos dirían: por amor al Cielo, no por temor al infierno, por contrición no por atrición. Eliminemos el pecado, no el castigo por el pecado, recuerda Benedicto XVI en lo que es una obviedad y casi debería ser una evidencia. Esto es, lo que siempre se nos pasa por alto. Eulogio López eulogio@hispanidad.com